Os avós

   La integración de los abuelos a la vida familiar suele tener un papel diferente al de los padres. Hay muchos casos en los que los abuelos sustituyen “abusivamente” a los padres haciendo de “canguros”. Para los padres “sale más económico y los hijos estarán bien cuidados”. Para los abuelos, las ganas de quedar bien y el miedo a que “si no se hacen cargo de los nietos después no se los dejarán ver”.

    Una de las principales preocupaciones de los padres es dejar a sus hijos bien cuidados cuando ellos se van al trabajo o faltan de casa. Se puede elegir una guardería, un canguro o incluso los abuelos. La decisión ha de ser tomada con cautela y seguridad. La psicóloga clínica Lourdes Mantilla Fernández en su artículo “Mamás que trabajan” nos invita a plantearnos las siguientes cuestiones que ayudan a tomar una decisión más acertada:

   . Hay que realizar una introducción progresiva de esa nueva persona (familiar, canguro, etcétera) o institución (guardería, escuela…) en la vida del niño.
   . Hay que mostrar una total confianza hacia esa elección para que, tanto el niño como la madre, estén absolutamente tranquilos.
   . Si es posible, conviene mantener los mismos hábitos que se seguían hasta que se ha producido el cambio: horarios, comidas, tiempo de parque...

    Los padres deben transmitir a los hijos una buena y sana estima por los abuelos, no percibir su relación como meros ayudantes sino como elementos insustituibles en el proceso de formación de los niños, merecedores de respeto y amor, y olvidando el lema de que las personas valen en la medida en que son “utilizables”.

   La convivencia con los abuelos habría que plantearla como un hecho positivo y entusiasmador, como forma de dar afecto a unas personas que lo necesitan, pero no como un acto de compasión.

  Todos los padres que han tenido que recurrir a dejar los hijos con los abuelos o alguna otra fórmula (guardería, canguro, etc.), han sentido una sensación de culpabilidad y descontento por no dedicar todo el tiempo que quisieran a los hijos y porque quieren controlar lo más posible el desarrollo de los chicos. La realidad y la experiencia hace caer en la cuenta de que es imposible llevar un control absoluto tanto del trabajo como de los hijos, la pareja, la casa, los amigos, etc. Por eso es necesario aliviar responsabilidades y evitar tensiones para sentirnos mejor. Para conseguirlo desde el principio y antes de que aparezcan estos sentimientos y las posibles frustraciones es importante: 

   . Dejar de lado la idea de superwoman o superman: nadie puede ser una madre o padre ejemplar, una esposa o esposo ideal y un excelente trabajador.
   . Si los padres se tienen que ausentar del hogar por razones de trabajo han de permitirse dejar en manos de personas de confianza el cuidado de sus hijos.
   . Antes que unos padres frustrados, tensos o deprimidos, los hijos necesitan de unos padres afectuosos e interesados por su desarrollo.
   . Abandonar el sentimiento de culpabilidad: en el contacto con nuestros hijos se cumple una vez más el principio de que no es tan importante la cantidad de tiempo que pasemos con ellos, como la calidad del mismo.

  Debemos asumir también que la relación con los abuelos puede ser difícil. En la vida hay algunos aspectos ásperos que se ponen más de manifiesto en la vejez y saber admitirlo es una manera de aceptar la realidad y prepararse para vivirla. Los abuelos nos acercan al sufrimiento y a la vez la posibilidad de no dramatizarlo.

   Según el psiquiatra Joan Corbella “una contingencia cada vez menos valorada educativamente es la necesidad de dar a los hijos mecanismos para aprender a tolerar frustraciones y a darse cuenta de que, en el transcurso de la vida, se encontrarán con gran cantidad de imponderables que ellos no podrán controlar y que deberán aceptar. Entre una actitud paterna que querría evitar a sus hijos todo tipo de sufrimientos y otra que pretende programar algunas frustraciones para que el niño vaya aprendiendo a tolerarlas, acontecen a lo largo de una vida, y entre ellas, las enfermedades y defunciones de las personas queridas pueden ser de un valor incomparable”.

   Pero aparte de estos aspectos debemos considerar que el papel de los abuelos en nuestra sociedad actual puede generar “celos” en los padres de que les quieran más que a ellos, o que les eduquen a su manera, o que se “entrometan” en sus vidas.

   Estos son temores comprensibles cuando son los abuelos quienes pasan más tiempo con los niños, debido a los horarios y obligaciones profesionales de los padres. Hay ocasiones en que se produce una "competitividad" entre abuelos y padres. Estos últimos se hacen preguntas del tipo: ¿habrá comido lo suficiente?, ¿se echó la siesta a su hora?, ¿nos echó de menos?, etc. 

  En nuestra cultura de familias compuestas sólo de padres e hijos cada nueva generación busca sus propios valores de manera solitaria. Sin la experiencia y fuente de valores culturales que aportarían los abuelos, las familias jóvenes pueden sentirse ansiosas e inseguras. A veces dejar al niño con un pariente cercano puede generar tensiones, en cambio curiosamente con algún extraño es más fácil de llevar. Este efecto se produce por el tema anteriormente tratado de los “celos” y es más frecuente en las abuelas. Sin embargo, los abuelos son ajenos al conflicto edípico inmediato, no tienen necesidad de ser autoritarios, pueden ser indulgentes y afables.

   Conviene que las dos generaciones se pongan de acuerdo respecto a las pautas fundamentales. En el caso de las abuelas son muchas las que buscan la manera de ser importantes para sus nietos y útiles a sus propios hijos. Aquí tenemos algunas formas adecuadas de empezar: 


a) Defienda la preeminencia de su papel: consiga que su papel merezca la confianza de los padres y la aprobación del niño. Así resultará útil a ambas generaciones.

b) Ofrézcase para atender a los niños regularmente y cuando lo necesiten. Puede hacerse cargo de los niños para que no vayan a la guardería o en otro caso, atenderlos los domingos después del almuerzo o los sábados por la noche. Los padres se lo agradecerán.

c) Busque el pretexto y la forma de organizar reuniones los días festivos. Los recuerdos de los gratos momentos de contacto con la familia serán perdurables. Desoiga las objeciones e inconvenientes de sus hijos y diga “os esperamos”.

d) No halague a sus nietos sólo en las reuniones familiares. Regáleles algún juguete aunque no sean fechas clave (navidad, etc.) Lléveselos al parque, al cine. Busque tiempo para hablar con cada uno de ellos. Hábleles de sus padres cuando tenían su edad.

e) Nunca les diga a sus hijos cómo deben proceder en presencia de sus nietos.

f) Sea un remanso de paz y estabilidad para ambas generaciones. Esto significa que a veces debe mantener la boca cerrada. Deje que recurran a usted y prodíguese en dar consuelo, experiencia y amor familiar, para así proporcionar estabilidad a todos los miembros de la familia.

g) No importune a los pequeños, para evitar que le rehuyan.

h) Y si vive lejos, manténgase en contacto: llame por teléfono, haga visitas regularmente por cortos periodos, manténgase al corriente de los gustos de cada uno de sus nietos, etc.

   En general, podemos afirmar que los abuelos (tanto hombres como mujeres) son un testimonio de las diferencias generacionales, pero aunque ya hemos hablado de su importancia en el proceso de maduración de los niños, también debemos mencionar que hay veces que esta posibilidad se ve limitada por la actitud de los propios abuelos.

   Hay personas mayores que no aceptan su condición y luchan contra el tiempo. Hay abuelos rígidos y gruñones que quieren enseñar riñendo y criticando la conducta de los nietos. Hay abuelos que no se dejan querer provocando conflictos y tensiones. En resumen, hay mayores que con su actitud favorecen su marginación, pero en cualquier caso, siempre resulta aconsejable esforzarse al máximo tanto de una parte como de la otra. Los abuelos deben hacer un esfuerzo por integrarse en la vida familiar de los hijos y nietos.


   Ser viejo es una realidad, no un derecho que permite manipular a los otros, del mismo modo que los jóvenes no tienen derecho a manipular a los viejos. Los abuelos jubilados pueden dar al hijo un testimonio de relativización que todos necesitamos para trascender a lo que se hace. El ejemplo de quién es, más allá de sus actos y rendimiento, ayuda a valorar a la persona como tal, hecho que no es fácil encontrar en el contexto de valores que se pretende inculcar actualmente a los niños y a los jóvenes.


   En resumen y como conclusión debemos quedarnos con estas ideas importantes:

1. Los abuelos de hoy día han cambiado. Es verdad que están más dispuestos a ayudar a los hijos para cuidar a los nietos pero también reclaman una libertad y autonomía que hasta la fecha les ha faltado y el bienestar de la sociedad actual les proporciona.
2. La relación y el contacto con los abuelos siguen siendo muy enriquecedoras para los niños.
3. Los abuelos representan la memoria histórica y los orígenes de la familia.
4. Los abuelos transmiten el testimonio de otras épocas, la continuidad generacional, la pertenencia a un árbol familiar, aspectos fundamentales para el desarrollo psicológico de los niños.
5. Contar con la ayuda y participación de los abuelos en la educación de los hijos aporta ventajas a todos:
                 los abuelos se sienten más útiles y valorados,
                 los padres más tranquilos y,
                 los nietos encantados.
6. Los abuelos suponen un complemento a la educación que los hijos reciben de sus padres.


Bibliografía relacionada con el tema

JOAN CORBELLA ROIG: "Padres e hijos. Una relación"
Círculo de lectores. Barcelona, 1994
T. BERRY BRAZELTON: "Las crisis familiares y su superación"
1990 Ed. PAIDÓS
EMILIA SERRA, CELESTE RICO Y PAZ VIGUER: "Abuelos y nietos"
Ed. PIRÁMIDE
MARÍA CÁRCABA: " El derecho de los abuelos a relacionarse con los nietos"
Editorial TECNOS
MLUIS RICO Y CARMEN PABLO: "Abuelos y nietos: en una familia y una sociedad en cambio"
Ediciones Universidad de Navarra S. A.


El arte de pactar

Una de las mejores maneras de conseguir una relación saludable entre hijos y padres es llegar a pactos. El pacto hay que entenderlo como un acuerdo entre las dos partes y realmente no es difícil llegar a pactar y enseñarles a los niños pactar. En definitiva se pretende que el niño aprenda a responsabilizarse de una obligación y asumir una tarea por algo que acuerda previamente con su papá o mamá. Deben aprender desde muy pequeños que existe una finalidad en todo lo que hacemos. Hay veces que les dejamos plena libertad para que hagan lo que quieran sin ningún objetivo definido (siempre viene bien y es necesario que tengan tiempo libre para jugar), y otras deben ser conscientes de que hacen algunas actividades porque han llegado a acuerdos previos y responsables con los mayores.

Veamos algunos consejos sencillos de llevar a cabo:

·      Espere recibir del niño algo que usted necesite realmente, o que le sería de gran ayuda, y no aquello que a su hijo le guste hacer o cumplir de todos modos.
·      Evite los pactos a posteriori: “Ayer te llevé a casa de tu amiga, ahora deberías hacer algo por mí”. Esto hace que el niño se sienta culpable; no es un buen trato.
·      Obligue al niño a cumplir su parte del trato pronto y rápidamente. Los acuerdos contractuales a largo plazo se olvidan o se modifican. Los niños creerán que se han librado de cumplir su parte del trato y los padres tendrán la impresión de haber sido estafados.
·      Cuando el niño hace algo por el padre sin intentar llegar a un trato (a veces ocurre), hay que devolver el favor cuanto antes.

·      Hay que recordar a los niños los pactos a los que se han comprometido sin castigarles por no haber cumplido su parte. La consecuencia será la negativa del padre a hacer otro pacto en un breve espacio de tiempo. Limite su buena disposición a hacer favores a un niño que no los devuelve.

Cuando llegan los celos

Ante la llegada de un nuevo miembro en la familia, los padres además de pensar que sus hijos se beneficiarán aprendiendo unos de otros, sienten inseguridad de que se enfrenten y surjan conflictos. La rivalidad es algo normal, es una competencia por obtener el cariño de los padres que sin sobrepasar un cierto grado ocurre con normalidad en todas las familias.

Depende de los padres que este “grado de normalidad” no sobrepase los límites de tranquilidad en la familia. El primer paso se dará bastante tiempo antes del nacimiento; alrededor del segundo trimestre de embarazo se debe informar al niño, mejor ambos, padre y madre, sin fantasear. Hacer ver al hijo que el nuevo miembro es de todos, es “nuestro bebé” y todos le querremos y cuidaremos.

También les dará buen resultado hacer participe a su hijo en los preparativos del hermanito; dejarle opinar sobre la nueva habitación y si hay que cambiarle a otra, hacerlo al principio para que no sienta que el “bebé” le quita su dormitorio.

Cuando tengamos oportunidad de visitar algún amigo que haya tenido un hermano, debemos hacerlo para que se familiarice con los comentarios cariñosos e inevitables hacia el bebé y vaya normalizando su trato con un niño pequeñito.

Es muy aconsejable que escuche los latidos del corazón y sienta sus “pataditas” Siempre deberán los padres dejar claro al niño que le quieren mucho, así como al bebé, y que el cariño no va a disminuir cuando vega el nuevo miembro. Dejarle claro que no va a perder su puesto.

Cuando el nacimiento del hermanito se produzca en una etapa evolutiva en la que el niño es vulnerable ha de tenerse mucho cuidado porque pueden producirse situaciones de celos intensos. Algunas de estas etapas son:

a) El destete.
b) Dormir en una habitación distinta a la de los padres.
c) Etapa de logro de control de esfínteres.
d) Entrada al Preescolar.

Un buen momento para elegir la llegada de un bebé sería hacia el año y medio o dos años, aunque como hemos dicho, no es posible evitar por completo que el niño experimente una pérdida de privilegios y “exclusión” con la madre.

El primer sentimiento de rivalidad y sensación de perder esa “exclusividad” con su mamá la tiene el niño cuando descubre que a ésta le gusta hacer otras cosas y con otras personas además de con él, por ejemplo con su papá. Asumir este triángulo ya supone una gran decepción.

Los celos en sí mismos suponen que el niño cree perder lo que piensa que ha tenido. También existen los celos con envidia que sería querer conseguir lo que el niño cree no tener porque lo tiene el otro.

Hay padres que consideran “malo” que el niño sienta celos y creen que esto es un defecto. Pero debemos conocer que los celos son universales, es decir, forman parte de las características de todo el ser humano y que desaparecerán cuando con el paso del tiempo comprueban que no hay motivos.

Para que la inquietud del niño dure lo menos posible es muy bueno hablar sobre estos sentimientos. Hablar supone que los niños son conscientes de lo que les está pasando y que también tienen confianza en que sus padres podrán ayudarles. Además, tendrá un efecto relajante al saber que no son los únicos a los que les ocurre algo así.

¿CÓMO SE MANIFIESTAN LOS CELOS EN LOS NIÑOS? Son tan múltiples las formas como los individuos o las familias. Pero destacaremos algunos comportamientos fácilmente observables y frecuentes:

1. Rivalidad abierta: se manifiesta de forma verbal hacia el otro: “no quiero al hermanito”, “quiero que te lo lleves”, etc.
2. Actuaciones agresivas hacia el bebé: de la palabra se pasa a la acción; el niño le quita los juguetes a su hermano, le tapa la nariz, etc.
3. Hostilidad hacia la madre: con formas de actuación que saben que molestan a la mamá: “desobedecer”, “oposición sistemática hacia lo que se le pide”, etc.
4. Hostilidad hacia sí mismo: “te vas a enfadar conmigo”...
5. Regresar a comportamientos más infantiles: “ponme el chupete”, “hablan como si fueran más pequeños”, etc.

Dentro de cada familia los niños encontrarán la primera ocasión para relacionarse, para resolver situaciones conflictivas y para ubicarse en un núcleo social. Considerando la importancia de este punto también debemos valorar el lugar que el niño ocupa en el ámbito familiar. Los niños que tienen hermanos tienen el entrenamiento cuando llegan a la escuela.

No hay ninguna posición más o menos favorable. Cualquier lugar que se ocupe entre los hermanos tiene ventajas o inconvenientes. Veamos no obstante, algunas características generales y típicas:

EL PRIMOGÉNITO. En él se depositan todas las expectativas e ilusiones de sus padres. También en él se aglutinan las inseguridades y temores e inexperiencias. Ha sido único por un tiempo y recibe con la llegada del hermano un duro golpe a su soberanía. Suele ser el modelo y posee cierta autoridad pero también sufre una gran sensación de responsabilidad.

EL MEDIANO. Puede que sea ésta la posición más difícil. A veces es demasiado mayor para estar con los pequeños y demasiado pequeño para estar con los mayores. Simultáneamente se juzga con arbitrariedad su madurez: a veces es mayor, a veces es pequeño. Sin embargo suele gozar de un éxito social y soltura que no tendrá su hermano mayor.

EL BENJAMÍN. Suele tener dependencia respecto a sus hermanos y con ello será más difícil alcanzar independencia y autonomía. Pueden achacarse a esta posición la inseguridad, testarudez e inestabilidad.

EL HIJO ÚNICO. Es depositario de la dedicación a tiempo completo de sus padres, de su cariño y protección. Ello puede suponer que sea caprichoso o egoísta. Aunque pudiéramos pensar que no tienen celos, no es así. Sufren por el temor a perder el amor de sus padres, de molestarles, etc. pueden sufrir celos de un amiguito.

¿ES NORMAL QUE SE PELEEN Y DISCUTAN? En todas las familias se producen roces, fricciones y peleas que suelen molestar a los padres. Cuando la diferencia de edad entre los hermanos es poca se producen mayores conflictos. Por regla general cuanto más celosos se sientan los hermanos entre ellos, más tendencia tendrán a discutir y pelear.

Siempre que no haya consecuencias graves es bueno dejar que solucionen ellos mismos los conflictos en la familia para que luego sepan resolverlos también fuera de ella. Sólo se ha de intervenir si el daño que pudiera hacerse fuera grande. Se deberá procurar no proceder injustamente, escuchando ambas versiones y sin aventurar hipótesis sobre quién comenzó. Es importante que puedan expresarse verbalmente, mostrar sus desacuerdos, sin llegar a pegarse.
A modo de resumen, recogeremos las actitudes que ayudan y que no ayudan frente a los celos infantiles según la psicóloga Mª VICTORIA TABERA:


AYUDAN
NO AYUDAN
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/hit2.gif Reconocer el sentimiento celoso como algo natural.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/hit2.gif   Ser tolerante con las regresiones.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/hit2.gif   Dar la oportunidad de expresar su malestar.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/hit2.gif   Contarles las vivencias personales con los hermanos cuando éramos pequeños.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/hit2.gif   Atender con interés los éxitos.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/hit2.gif   Evitar situaciones tentadoras.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/hit2.gif   Transmitir que se les quiere.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/hit2.gif   Ofrecer situaciones sobre las ventajas de ser mayor.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/hit2.gif   Favorecer el contacto con niños de su edad.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/hit2.gif   Pedir la colaboración del niño en tareas de cuidado de su hermano.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/hit2.gif   Decir que los hijos son responsabilidad de los padres que han querido que nacieran.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/hit2.gif   Decirle que sus celos desaparecerán.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/hit2.gif   No descartar la consulta a un especialista.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/tic.gif Ocultar el sentimiento amoroso de los padres al bebé.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/tic.gif Exigir demasiado al niño.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/tic.gif Dramatizar el sentimiento celoso del niño.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/tic.gif Hacer comparaciones entre hijos.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/tic.gif Manifestar preferencias por alguno.ü Intervenir prematuramente en las peleas.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/tic.gif Ponerse rígidos o intolerantes con las regresiones.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/tic.gif Comentar con otros adultos las dificultades del niño en su presencia.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/tic.gif Regañarle o enfadarse con frecuencia.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/tic.gif Hacer elogios muy efusivos cuando se muestre cariñoso con el hermano.
http://ntic.educacion.es/w3/recursos2/e_padres/gifs/tic.gif Hacerle prometer que se portará bien.


BIBLIOGRAFÍA RELACIONADA CON EL TEMA:
Mª VICTORIA TABERA GALVÁN: “¡Claro, y yo qué!” Los celos infantiles.
TELENO Ediciones, S.L. Madrid, 2003





El niño "patito feo"

Hay niños que han experimentado alguna vez sentimientos de incapacidad para hacer alguna cosa, temor, vergüenza y hasta ridículo. Estos sentimientos de inferioridad respecto a otros compañeros o hermanos incluso a sus padres puede llevar al niño a la automarginación, hecho que para los padres es difícil de asimilar ya que ellos le consideran “sano y querido”

     También los mayores nos hemos sentido poco agraciados, feos o desafortunados en ocasiones. Cada ser humano estructura su realidad de acuerdo con unos ideales particulares construidos según los modelos que adquirió en su infancia. Si los modelos tienen niveles inalcanzables, al ponerlos en práctica siempre habrá algún fallo con lo cual el fracaso es una garantía.

     Este mismo esquema de comportamiento se repite en nuestros hijos. Los padres son su modelo y también transmisores de nuestras ocultas aspiraciones. Nuestro papel de padres, aunque haya habido importantes cambios culturales a lo largo de los tiempos, sigue siendo amar, cuidar y ayudar a crecer a los hijos sanos y felices. Asimismo deben ofrecerles elementos para que adquieran seguridad en sí mismos.

     La primera norma para conseguir que sean seguros es: “descubrir su encanto personal”, es decir, cuáles son sus cualidades particulares. Es importante que los padres piensen cuáles son los puntos fuertes de nuestros hijos y sepan ver en ellos las cosas divertidas, cariñosas, amables o creativas que hacen. Conseguirán con esto tener una visión de ellos menos negativa y más equilibrada de lo que a menudo suelen hacer.

     Hoy en día se valora a las personas de acuerdo a unos parámetros cada vez más comunes: test de personalidad, cociente de inteligencia, etc. Hablamos de niño extrovertido, hiperactivo, guapo... Todo parece estar regulado, pretendemos “encasillar” a los niños para adaptarlos al mundo que nos rodea. Pero hay una trampa: todo lo que no encaja en el modelo es motivo de rechazo o cuando menos de preocupación. Si un niño fracasa, es enclenque o inadaptado, o tal vez, diferente, los padres pueden “no estar orgullosos” de él, pueden “avergonzarse” de él o lo que es peor condenarlo a ser el “tonto” o el “inútil”. 

    Debemos ofrecer a los hijos un amplio margen de criterios y valoraciones y escapar a categorías rígidas. Tanto para los padres como para los chicos es positivo “no ser perfecto” y descubrir y respetar los pequeños defectos.

    Muchos padres no se dan cuenta del papel que juegan en la autoestima de sus hijos y envían (de modo inconsciente) el mensaje de que para poder amarles deben ser como ellos quieren. Si el comportamiento de los hijos constituye un problema para los padres o éstos consideran que deben reforzar la autoestima de los hijos, procurarán ofrecerles un mensaje positivo tanto verbal como no verbal, es decir también ayudándose de gestos, caricias, miradas de apoyo y aprobación, etc. Como nos aconseja Carolyn Meeks en su libro “Recetas para educar”: «irradie pensamientos positivos hacia su hijo. La incentivación positiva puede manifestarse en cosas como una sonrisa, pensar en las virtudes del niño, decirle de vez en cuando “has hecho un buen trabajo”, etc.»

    Cualquier pequeño “defecto” no tiene por qué ser dramático para el niño si somos capaces de destacar otros atractivos: una mirada dulce, un carácter divertido, un pelo suave... Aunque tenga unos rasgos poco agraciados, o sea delgado o lleve gafas, para los padres será bello por el amor que les profesan.

    Los sentimientos de inferioridad no se resuelven desatendiéndolos pero tampoco malcriando o sobreprotegiendo al niño. No habrá ningún niño que logre contentar a todo el mundo. Tampoco todos los muchachos pueden ser Ronaldo, Bisbal... Algunos chavales no son hábiles con los deportes y sufren cuando tienen que salir al campo. Sabemos que la psicomotricidad madura poco a poco pero puede verse inhibida por sentimientos de desvalorización.

    También conocemos todos los casos de torpeza en el hogar: el chico que siempre tropieza, al que se le cae el zumo, o no aprende a atase los zapatos... A la larga se quejará: “soy tonto”, “¡nada me sale bien!”. Ante hechos así nos podemos hacer algunas preguntas del siguiente tipo: ¿qué espera el niño de sí mismo?, ¿qué esperan sus padres?, ¿cuánto pueden pedirle?, ¿cuánto les puede dar?, etc.

    Llegados a este punto conviene bajar el listón. Es importante para todos que toleremos sus torpezas porque así será más fácil corregirlas. Algún comentario bueno en estos casos puede ser: “a mí también se me caían las cosas” o “yo tampoco era muy hábil con el balón”, etc. También podemos ayudar al niño repitiéndole que nadie nace sabiéndolo todo y por ello no debe preocuparse; con el tiempo logrará hacerlo mejor.

    Ante situaciones como las descritas ¿cuál será la labor de los padres? Cuando sepamos cuáles son sus puntos débiles, debemos ayudarle a desarrollar sus otras capacidades. Si no tiene como punto fuerte la destreza física, potenciemos su afición a la música o al dibujo o a cualquier otra actividad. Y no olvidemos que el deporte o el juego son actividades que no hay que someter a un juicio de valor.

    Debemos tratar también el caso del niño tímido pues existen con frecuencia niños “demasiado” buenos, tranquilos. Creen que la pasividad es una virtud y están dispuestos a “tragar” lo que les echen. Cuando los niños no saben enfrentarse con los demás niños puede acabar siendo objeto de burlas, crueldades o desprecio por parte de los demás. Este muchacho libra una continua lucha consigo mismo debido a un fuerte sentimiento de ambivalencia: entre el amor y el odio. En su interior existe un volcán: se imagina que es un superhombre y consigue vengarse de las injusticias.

     En otro punto también encontramos algunos niños que albergan un gran narcisismo debajo de su timidez. Suele ser un sentimiento alimentado por los padres creyéndolo el centro del universo. Esto les lleva a menospreciar al resto de las personas y crea un muro difícil de superar. ¿Qué hacen en este caso? ¿Cómo pueden ayudarle? Como posible solución o actuación a seguir, es conveniente hablar con él de su dificultad y de su aislamiento. Deben favorecer el contacto con sus compañeros o la visita de algún amiguito. Es bueno crear un ambiente de libertad y que pueda tomar iniciativas apoyado por el diálogo y la confianza.

    Asimismo conviene enseñarle a protegerse y defenderse jugando con él a atacarlo para que desarrolle estrategias de defensa; según nos recuerda el dicho “no es bueno que el hombre esté solo” Tampoco el niño merece esto.

    Hay que darle un sentido a la propia vida y disfrutar de la dicha de amar a otro y compartir. Anímele a mantener relaciones sociales de forma saludable. Tan importantes como los buenos resultados en la escuela, son las necesidades sociales del niño. Existen diversos ámbitos donde se pueden potenciar estas relaciones tan necesarias: la familia (hermanos, parientes), el entorno de los demás niños, los animales domésticos, los adultos y mayores (excluidos los padres). También podemos citar las actividades extraescolares, deportes, campamentos de verano, cumpleaños, catequesis, etc., que nos ofrecen oportunidades para formar amistades.

     Para los adolescentes el tiempo de ocio es tan importante como el que pasan en la escuela. Lo más importante es recordar que su hijo tiene que disponer de tiempo y oportunidades para desarrollar relaciones personales cercanas.

     Y por último consideremos que una de las mayores sensaciones de logro las tienen los niños cuando han conseguido hacer algo por ellos mismos. Es bueno que su hijo sepa que es normal fracasar, que el fracaso es una herramienta de aprendizaje y que las relaciones temporales forman parte del juego. Háblenle de las veces que ustedes lo intentaron y fracasaron. No hagan las cosas por él. Acompáñenle en el proceso de descubrimiento y anímenle a realizarlas por su cuenta.


Bibliografía

JOAN CORBELLA ROIG: “Padres e hijos. Una relación”. Círculo de Lectores. Barcelona, 1994
CAROLYN MEEKS: “Recetas para educar”. Ed. MÉDICI. Barcelona.

NORA FERNÁNDEZ: “Guía del niño”. Ediciones AINSA. Madrid.

No le digas lo que tiene que hacer, hazle preguntas

Publicado con autorización de su autora: Noelia López-Cheda (http://noelialopezcheda.wordpress.com/)



“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”
Benjamin Franklin

 Soy una enamorada del método Socrático en el aprendizaje (lo que no significa que lo use siempre, ups…) y reconozco que lo he aplicado en multitud de ocasiones. Sobre todo en mis formaciones, que suelen tener mucho de diálogo hasta que la persona descubre y ¡zas! Ocurre la magia. :)
Las ocasiones en las que lo he aplicado que recuerdo con más nitidez por el impacto que me produjeron fueron claramente 2.
La primera fue hace ya varios años cuando daba clases de matemáticas y física a chavales de bachillerato y primeros años de Universidad. Una de las clases de matemáticas en la que por motivos varios acabé con un alumno solo, se me ocurrió:“Y si en vez de decirle cosas, ¿voy preguntándole para que llegue el solo a la respuesta?”
Recuerdo la cara de asombro de mi alumno al ir contestando a preguntas y descubriendo por SÍ MISMO LA RESPUESTA. Creo que no se me olvidará nunca.
La otra ya la conté aquí hace unos meses y fue con mi hija ante una situación emocional que vivió y que no podía explicar .
Es por esto, que es un método absolutamente efectivo para que las personas aprendamos porque el hacer preguntas tiene varias ventajas importantes:
  • Captas la atención de la otra persona porque debe pensar qué responder.
  • Haces pensar y discurrir a la otra cabeza, y así el conocimiento se abre paso poco a poco.
Otro ejemplo de nuevo con mi hija lo tuve antes del verano y justo durante las últimas semanas de curso.
Operación de matemáticas que por algún motivo el cual desconozco, se enseña de manera totalmente diferente a como a ti te enseñaron (esto de nuevo, daría para otro post). Así que llega la mamá ingeniera que sabe “mucho de matemáticas” (nótese la ironía) y le dice cómo tiene que hacer la operación.
La confusión fue tan grande y le creé tal cacao mental, que se echó a llorar. Así que con el “bofetón” de realidad que me llevé de “cómo NO hay que hacer las cosas”me dispuse a hacerlo mejor.
“Enma, ¿qué es lo que no entiendes?”
“No sé lo que hay que hacer…y no entiendo lo que dices que hay que hacer”
“ok, ¿qué es lo que te piden que saques?”
“Pues que averigüe…(y continuaba con la pregunta del problema)”
“¿Qué es lo que sabes hasta ahora?”- automáticamente se puso a mirar qué información tenía.
“Pues me dan……” (y me decía los datos iniciales).
“ok, si te piden x y te dan y, ¿cómo se te ocurre que podría hacerse?”- en ese momento se calló porque se puso a pensar. Y al cabo de un momento, contesta:
- “no sé, ¿restar?”
“¿Qué consigues si restas?”
“esto….pero no es”
“Entonces, si quitando cosas no consigues, y mirando bien lo que te piden…¿el resultado por dónde crees que puede ir?
- [....]
Si os fijáis, todo el tiempo uso preguntas abiertas (claves en el método socrático) y aunque sé cuál es el resultado, mi intención no es que llegue al resultado, sino que piense cómo podría llegar.
Debo decir que finalmente sacó el problema y la sensación que tuvo (por la cara sonriente que puso) fue de “bien, he conseguido sacarlo”.
Normalmente si decimos cómo deben hacer las cosas TODO EL TIEMPO, les dejamos poco espacio a que saquen de ellos mismos lo que tienen que hacer y descubran el auténtico conocimiento que lleva al aprendizaje. Hay cosas que evidentemente hay que decir cómo se hacen (no vas a cruzar la calle y vas a pararte a preguntarle ¿qué quieres conseguir cruzar o pararte y que te pillen?) y no dejar mucho margen, sin embargo hay otras, que es mejor que piensen y averigüen por sí solos.
Así que las reglas son:
  • Preguntas abiertas.
  • Con cierta lógica para que lleguen por sí solos a la respuesta.

Noelia López-Cheda estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Pontificia de Comillas (ICAI-1999), se certificó como Coach profesional en 2009 y posee el Master Universitario de Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato.

¿Decirles y dirigirles? No, cada vez menos.

Publicado con autorización de su autora: Noelia López-Cheda (http://noelialopezcheda.wordpress.com/)

Hay dos meses del curso escolar que me revuelven especialmente: septiembre y junio debido a no tener clase por la tarde y con las temperaturas que nos caracterizan en el Levante (¡sobre todo este septiembre!!!).
En mi caso, trabajo mucho en el despacho de casa, así que esas tardes los tengo por aquí y hay que alternar actividades y juegos hasta que se pueda salir a la calle sin que caiga el sol abrasador y que suelen ser casi las 7 de la tarde.
Así que llega la temida pregunta después de tantas horas: “Mamá, ¿a qué puedo jugar?”.
En nuestro deseo de acabar pronto (los adultos) y seguir con lo que estábamos comenzamos a sugerir mil cosas, ideas que no les convencen, claro…y así comienza una rueda en la que te asombras tú misma de la cantidad de cosas a las que jugarías tú, jaja.
Bien, no sirve para nada. 
En esto de ayudar a que las personas encuentren su propio camino abriendo posibilidades que no sabían ellas mismas (base de la práctica del coaching) está elarte de las preguntas que tanto he comentado otras veces y sí, en esto también funciona.
¿En realidad debo solucionar yo ese problema del juego? Pues francamente no, de esta manera siempre estamos aportando cosas que solucionen su vida y ¿cuándo asumen la responsabilidad? Pues cada edad en su momento. Y claro, esto es lo difícil…
Así que si la responsabilidad de jugar entiendo que la deben asumir ellos, porque en ese momento yo no puedo entrar a participar, debemos dejar que elijan y decidan, menos sugerir y más dejar a su aire.
El diálogo (absolutamente REAL) con mi hijo de 4 años quedó algo así al final…..):
a que jugar
Sé que la última pregunta parece absurda, pero no, no lo esPorque abres la mente a otra posibilidad que él de por sí ha cerrado. Esa puerta sí se la abres y curiosamente, hace pensar….;).
Antes de esta conversación hubo el típico: “¡¡¡que no lo sé, dímelo tú!!”. Bueno, pues simplemente le dije que yo tampoco sabía y me acordé de  lo sano que es el aburrimiento en los niños.
Y al darme la vuelta y dejarlo sin más, entonces vio que no le quedaba más remedio que sacarse las castañas y se fue silencioso a su habitación volviendo a los minutos diciéndome que ya sabía a qué jugar.
Menos dirigir, más confiar en los recursos que van adquiriendo y más hacerles pensar y descubrir por ellos mismos las soluciones que quieren. Siempre pendientes nosotros, sí, pero dejándoles margen para que vayan abriendo su camino.

Noelia López-Cheda estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Pontificia de Comillas (ICAI-1999), se certificó como Coach profesional en 2009 y posee el Master Universitario de Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato.

Me niego a ser la agenda de mi hija por el Whatsapp…

Publicado con autorización de su autora: Noelia López-Cheda (http://noelialopezcheda.wordpress.com/)



Recuerdo la primera vez que envié y recibí los deberes que se había olvidado Enma por el grupo de whatsapp de las “madres” del cole.
“¡Qué maravilla esto!” pensé inocente de mi sin saber entonces que se iba a convertiren un monstruo que me engulliría en una vorágine de mensajes a partir de las 6 de la tarde con listado de tareas unido a mil fotos de los libros, ejercicios…que me saturaban el espacio del teléfono y cuando tenía que hacer una foto me decía: “memoria llena”. 
El día que VI LA LUZ lo recuerdo con bastante claridad. Fue así:
- Enma: “mamá se me ha olvidado la hoja de los ejercicios de matemáticas, ¿lo dices en el grupo y que te lo manden?”.
Yo como madre solícita, amantísima y servicial me dispuse a hacerlo mientras dejaba las llaves en la entrada, soltaba el bolso en la silla, me sacaba el teléfono del bolsillo y dejaba la bolsa de la compra en el suelo. ¡”Multitasking” en acción!
Entonces algo me paralizó. Fue algo así como UN BOFETÓN DE REALIDAD. Me quedé mirando el teléfono a la vez que veía varios emails de clientes parpadeando en la pantalla y entonces COMPRENDÍ.
Pero ¿qué narices estoy haciendo? pensé. SE ACABÓ.
  • Enma cariño, no es mi responsabilidad que se te hayan olvidado los deberes, es la tuya, por lo tanto mañana dices a la profesora que no los llevas porque se te olvidaron y que la próxima no se te olvidarán.
  • Pero ¡¡¡mamá!!!! ¡¡me pondrá mala nota!!!!!
  • No pasa nada, la próxima seguro que ya no te la pone.
  • Y ¿por qué no lo pides al grupo CON LO FÁCIL QUE ES?
  • Pues precisamente porque ese grupo no está para ser el paralelo de tu agenda sino para cosas urgentes del colegio. Tú no debes confiar en que el móvil de tu madre responda a tus olvidos ya que, es tu responsabilidad traer tu agenda con tus ejercicios. Yo tengo mi agenda y no te pido a ti que me recuerdes si tengo que responder a un cliente, si tengo que preparar un material….así que cada uno debe asumir su parte.
Lo entendió perfectamente y ya nunca más me ha pedido nada de eso a pesar de los olvidos que, tengo que decir, son bastante frecuentes.
Mi agenda y la de Enma
Mi agenda y la de Enma
¿Qué estamos consiguiendo con ser agendas o ayudantes particulares en todo momento de nuestros hijos? Lo de los deberes eternos en casa es otro tema (tengo muchos debates sobre deberes SÍ o deberes NO), voy al tema particular de asumir todo movimiento que hacen nuestros hijos como si fuéramos los ángeles protectores perpetuos tengan la edad que tengan.
Lo que conseguimos es básicamente esto y la lista daría para mucho: 
  • Niños que no asumen ningún tipo de responsabilidad para su edad.
  • Niños que les da miedo hacer cualquier cosa porque tienen nuestros ojos encima por si se equivocan, porque nosotros se lo vamos a hacer mejor.
  • Niños que prefieren poner la atención en otras cosas, porque para éstas “ya está mamá”.
  • Niños que cuando crezcan solo esperarán instrucciones y órdenes para empezar a actuar. ESTO ES CLAVE.
Una de las competencias que más trabajo con diferencia en empresas en formaciones y talleres además de ponencias, es la PROACTIVIDAD E INICIATIVA. Se trabaja también desde la competencia del conocimiento personal, conocimiento de fortalezas y autoconfianza por lo que si no “practicamos” con estas pequeñas cosas desde pequeños, no esperemos que lo hagan de mayores “señores futuros empresarios que van a contratarlos” (sí, los adultos que leéis, ¿qué pedimos en los trabajadores o en nuestros compañeros de trabajo? Esto mismito..)…
- No soy mala madre si no hago de agenda, me comporto como madre irresponsable si no educo para que mis hijos sean independientes y autónomos, 
- No soy mala madre por no sentarme con ella/ellos a hacer los deberes, me comporto como madre irresponsable si no les brindo ayuda o apoyo emocional y de empuje cuando tengan realmente grandes dificultades.
- No soy mala madre por no estar supervisando absolutamente TODO paso que realice mi hija (el peque en este tema todavía no llega, seamos conscientes de las edades), me comporto como una madre irresponsable si desconozco dónde se mueve y con quién se mueve mi hija , que tiene cierto matiz diferente.
Hay estrategias de sobra para trabajar con ellos a estas edades, venga ánimo,que tenemos que hacer generaciones mejores que la nuestra, es fácil con un poco de reflexión y confianza.

Noelia López-Cheda estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Pontificia de Comillas (ICAI-1999), se certificó como Coach profesional en 2009 y posee el Master Universitario de Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato.