Marta Lloves

O pasado mércores 4 de Marzo achegouse ao noso centro, tal como fixera o curso pasado, Dna. Marta Lloves para impartir unha charla de título "Resolución de conflitos". Esta profesora de Primaria e Ed. Especial, terapeuta educativa e especialista en traballo con familias, tratou con rigurosidade e de forma amena a maneira de encauzar unha boa relación familiar. 
A charla, aberta aos pais e nais de Ed. Primaria e ESO, foi un éxito. Marta conseguiu conectar cos asistentes rapidamente e tivemos a oportunidade de aprender dela un montón de bos consellos que nos axudarán a educar aos nosos fillos para o día de mañá.



Dna Marta Lloves
"Resolución de conflitos"



Custa levantarse

Autor: Luis Dávila
http://obichero.blogspot.com.es/



Os nenos que borran os bicos da cara

CARLOS PAJUELO (http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres/)
PUBLICADO CON LA AUTORIZACIÓN DEL AUTOR


Carlos mi hijo, cada vez es más reticente a darnos besos; me paso el día pidiendo un beso, a veces rogando y el niño venga a decirme, que si soy una pesada, que lo deje en paz. Así que voy yo y, si lo pillo descuidado, le doy un beso, entonces, el puñetero niño, se pasa la mano por la mejilla haciendo un gesto como si se lo borrara, y me da un coraje que no veas. ¿Eso es normal?”. Esto me preguntaba, con cierta preocupación, mi amiga Paqui no hace mucho, abrumada porque tiene la creencia de que los besos son un estupendo pegamento para “hacer familia”.
Nosotros, por lo general, somos unos besucones, en cuanto nos presentan a alguien nos lanzamos a degüello y les plantamos un par de besos en la cara, como diría Sabina, “uno por mejilla”; hasta qué punto esto es así, que muchas veces no entendemos que cuando nos presentan a alguien y esa persona nos tiende la mano,  eso no quiere decir que tengas que tirar de la mano para acercar a la persona y poder así depositarle el par de besos con facilidad.

Los besos son una muestra de afecto pero solo se deberían llamar besos a aquellos que salen del corazón.
Hay padres, madres, hijos, que son más “cariñosos” personas a las que les gustan todo tipo de demostraciones afectivas; y otros padres, madres e hijos que son más austeras con la expresión de sus emociones y por ello más reacias a este tipo de manifestaciones.
A los padres nos suelen preocupar más los hijos que no muestran sus afectos, porque puedan ser considerados como antipáticos, más que los “zalameros”, de los que no solemos decir “¡hay que ver con este niño todo el día dando besos!”
Esto de los besos es cuestión de carácter y si no fíjate si en casa tienes a alguien cerca de ti poco o mucho besucón o besucona
 Besar o no besar, esa es la pregunta.
¿Tienen los niños que dar besos? ¿Eso es de niños bien educados?  Cambiemos la pregunta ¿tienen los padres que dar besos?, ¿eso es de padres bien educados? Seguro que estás pensando, “no es lo mismo”.
Los padres que no quieren que  sus hijos den besos ni que les pidan besos, utilizan argumentos del tipo: no se debe de forzar a los niños a besar a quién no quiere; los besos son algo íntimo e importante,  y por último, lo hacen por motivos de seguridad, una manera de protegerlos contra posibles abusos.
Otros padres, por el contrario, argumentan que fomentar en los hijos que den besos les ayuda a ser más empáticos y los educa en la cortesía y los buenos modales.
¿Quién tiene razón? Pues ambos tipos de padres presentan argumentos igualmente válidos.
¿Qué hacer cuando nuestros hijos no quieran dar, ni recibir besos?
Los padres mientras educamos a nuestros hijos les estamos enseñando comportamientos apropiados en nuestra cultura, lo que se debe y lo que no se debe de hacer.  La cortesía o los buenos modales no obligan a dar  besos a diestro y siniestro. Los padres educamos para que nuestros hijos saluden, respondan a los cumplidos, sean “corteses” pero eso no quiere decir que tengan que dar besos y más besos, si no quieren, ni a quien no quieren.

Creo que el punto de partida es que debemos de permitir que nuestros hijos tengan la capacidad de decidir a quién le quieren dar un beso y a quién no le quieren dar un beso.
Si no quiere darlo, le podemos preguntar si quieren recibirlo.
Que no quieren recibirlo, pues no le des un beso y puedes mejor recordarle  que tú siempre quieres que tus hijos te lo den y que siempre tienes unos cuantos para ellos. Pero no lo digas de forma lastimera porque tener besos para dar debe de colmarnos de satisfacción.
Y si, al final,  no quiere darte el beso ni que se lo des, pídele que lo cambie por otra conducta que demuestre su afecto: Hay muchas conductas  que sustituyen a los besos como son las frases del tipo “te quiero”, gestos de cariño, miradas de afecto, dar las gracias, etc.
Procura no ser demasiado estricto o exigente con los besos porque obligar a hacer algo como besar además de poder crearle inseguridad, afecta a nuestra autoestima.
Las normas de cortesía, los buenos modales se deben enseñar siempre dando ejemplo. Así que aplícate el cuento y que tu hijo vea como tu respondes con cortesía en las situaciones que lo propicien.
Y si, aún así, persistes y le das el beso a la fuerza, cuando se borre los besos de la cara, no te enfades, y sobre todo ¡asegúrate de no haberle babeado la cara!
¿Quieres besos?, pide besos.
¿No quieres dar besos? No des besos y da sonrisas, dí gracias o regala tequieros.
Y no te preocupes por los besos que tu hijo se borra de la cara, es porque está dejando sitio a otros besos que le van a resultar más interesantes.

Que debe saber un neno de 4 anos?

Atopamos esta lectura que nos parece moi interesante e queremos compartila con vós.

¿QUE DEBE SABER UN NIÑO DE 4 AÑOS?
Autoría : Lic. Miriam I Martínez
Hace poco, en un foro sobre la educación de los hijos, leí una entrada de una madre preocupada porque sus hijos, de cuatro años y año y medio, no sabían lo suficiente. "¿Qué debe saber un niño de cuatro años?", preguntaba.
Las respuestas que leí me llamaron mucho la atención. Una madre indicaba una lista de todas las cosas que sabía su hijo. Contar hasta 100, los planetas, escribir su nombre y apellido, y así sucesivamente. Otras presumían de que sus hijos sabían muchas más cosas, incluso los de tres años. Algunas incluían enlaces a páginas con listas de lo que debe saber un niño a cada edad. Solo unas pocas decían que cada niño se desarrolla a su propio ritmo y que no hay que preocuparse.

Pensé que probablemente la respuesta de esas mujeres a una madre angustiada fuera añadirle más preocupación. Somos una cultura tan competitiva que hasta nuestros niños en edad preescolar se han convertido en trofeos de los que presumir. Pero atención!!! La infancia no debe ser una carrera que arroja por resultado niños ganadores y niños perdedores.
Alicia Bayer, una mujer norteamericana que se interesa por los temas de infancia y educación, hace una lista de aquellas cosas importantes que debe saber un niño/a de 4 años. Me pareció hermosa y la comparto:
1.Debe saber que lo quieren por completo, incondicionalmente y en todo momento.
2. Debe saber que está a salvo y además cómo mantenerse a salvo en lugares públicos, con otra gente y en distintas situaciones. Debe saber que tiene que fiarse de su instinto cuando conozca a alguien y que nunca tiene que hacer algo que no le parezca apropiado, se lo pida quien se lo pida. Debe conocer sus derechos y que su familia siempre lo va a apoyar.
3. Debe saber reír y utilizar su imaginación. Debe saber que nunca pasa nada por pintar el cielo de color naranja o dibujar gatos con seis patas.
4. Debe saber lo que le gusta y tener la seguridad de que se le va a dejar dedicarse a ello. Si no le apetece nada aprender los números, sus padres tienen que darse cuenta de que ya los aprenderá, casi sin querer, y dejar que en cambio se dedique a las naves espaciales, los dinosaurios, a dibujar o a jugar en el barro.
5. Debe saber que el mundo es mágico y él también. Debe saber que es fantástico, listo, creativo, compasivo y maravilloso. Debe saber que pasar el día al aire libre haciendo collares de flores, pasteles de barro y casitas de cuentos de hadas es tan importante como aprender los números. Mejor dicho, mucho más.
PERO MÁS IMPORTANTE ES LO QUE DEBEN SABER LOS PADRES:
1.Que cada niño aprende a andar, hablar, leer y hacer cálculos a su propio ritmo, y que eso no influye en absoluto en cómo de bien ande, hable, lea o haga cálculos después.
2. Que el factor que más influye en el buen rendimiento académico y las buenas notas en el futuro no son los manuales, ni las guarderías elegantes, ni los juguetes caros, sino que mamá o papá dediquen un rato cada día o cada noche (o ambos) a compartir momentos de juego, lectura, dibujos y risas con sus hijos.
3. Que ser el niño más listo o más estudioso de la clase nunca ha significado ser el más feliz. Estamos tan obsesionados por tratar de dar a nuestros hijos todas las "ventajas" que lo que les estamos dando son unas vidas tan pluriempleadas y llenas de tensión como las nuestras. Una de las mejores cosas que podemos ofrecer a nuestros hijos es una niñez sencilla y despreocupada.
4. Que nuestros niños merecen vivir rodeados de libros, naturaleza, utensilios artísticos y, lo más importante, libertad para explorarlos. La mayoría de nosotros podríamos deshacernos del 90% de los juguetes de nuestros hijos y no los echarían de menos, pero algunos son importantes: juguetes creativos como los LEGO y los de encastre, una buena cantidad de témperas y plastilinas, los instrumentos musicales, los disfraces, y libros y más libros. Necesitan libertad para explorar con estas y otras cosas, amasar pan y ponerlo todo perdido, usar pintura, plastilina y purpurina en la mesa de la cocina mientras hacemos la cena aunque lo salpiquen todo, tener un rincón en el jardín en que puedan arrancar la hierba y hacer un cajón de barro.
5. Que nuestros hijos necesitan tenernos más. Hemos aprendido tan bien eso de que necesitamos cuidar de nosotros mismos que algunos lo usamos como excusa para que otros cuiden de nuestros hijos. Claro que todos necesitamos tiempo para un baño tranquilo, ver a los amigos, un rato para despejar la cabeza y, de vez en cuando, algo de vida aparte de los hijos. Pero vivimos en una época en la que las revistas para padres recomiendan que tratemos de dedicar 10 minutos diarios a cada hijo y prever un sábado al mes dedicado a la familia. ¡Qué horror! Nuestros hijos necesitan la Nintendo, los ordenadores, las actividades extraescolares, las clases de ballet, fútbol e inglés mucho menos de lo que nos necesitan a NOSOTROS. Necesitan a unos padres que se sienten a escuchar su relato de lo que han hecho durante el día, unas madres que se sienten a hacer manualidades con ellos, padres y madres que les lean cuentos y hagan tonterías con ellos. Necesitan que demos paseos con ellos en las noches de primavera sin importarnos que el pequeñajo vaya a 150 metros por hora. Tienen derecho a ayudarnos a hacer la cena aunque tardemos el doble y trabajemos el doble. Tienen derecho a saber que para nosotros son una prioridad y que nos encanta verdaderamente estar con ellos.
Mucho para reflexionar como padres, educadores, o desde el lugar que nos toque en contacto con uno de los tesoros más preciosos: LA INFANCIA.

María Pacín

O pasado martes 24 de febreiro a psicóloga María Pacín achegouse ao noso centro para impartir unha charla sobre "a síndrome de Asperger". Podemos dicir que a charla foi todo un éxito xa que asistiu numeroso público. María, directora de Litus Psicólogos e especialista en TEA (trastorno do espectro autista), debullou durante a súa intervención como decatarse desta síndrome cos seus síntomas e como tratar a estes rapaces e rapazas para que desarrollen todas as súas capacidades. Foi unha charla amena, interesante e rigurosa, e desexamos que noutra ocasión poda, de novo, achegarse ao noso cole para seguir profundizando neste e noutros temas.




María durante a súa intervención

Charla sobre Asperger

Publicado con la autorización de El Teu Espai - centro de psicología y logopedia ubicado en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) (http://www.psicologosantacoloma.es/)

Según Marc Masip del Programa Desconect@, el 77% de los jóvenes de entre 18 y 24 años son adictos a las nuevas tecnologías.
Marc y Eva son una pareja joven de unos 35 años con dos niños pequeños. Les gusta salir en familia y suelen ir a comer al mismo restaurante con frecuencia. Es un sitio encantador y tranquilo, el bebé se queda dormido en el carrito y a Erik le dan la Tablet para que juegue y vea dibujos, mientras ellos charlan con sus amigos, otra familia que tiene una niña de 4 años y que también disfruta de sus dibujos preferidos en su tablet. ¿Qué está pasando? ¿Dónde se quedan las relaciones personales?
Es una estampa muy habitual ver familias en terrazas o restaurantes disfrutar de un rato juntos con los niños inmersos en sus consolas portátiles o sus tablets. 
Es muy fácil para los padres tener entretenidos a los niños mientras ellos toman algo o hacen las tareas del hogar. Pero es un riesgo y creo que debemos saber cómo hacer un buen uso de las nuevas tecnologías, porque, como todo en la vida, tiene su lado bueno y su lado malo. No se trata de demonizar su uso, eso sería injusto y poco realista. El mundo se mueve con las nuevas tecnologías y nuestros hijos deben saber usarlas. Si guiamos su aprendizaje, podemos sacarles mucho partido, tienen un gran potencial y forman parte de nuestra manera de comunicarnos con el mundo. Una manera rápida, sencilla y muy potente.

Recomendaciones básicas para un buen uso de las TIC:

  1. Debemos tener en cuenta la edad del niño:
En niños de 0 a 2 años se desaconseja el uso de las nuevas tecnologías (móviles, tableta, TV, videojuegos.). En esta edad el desarrollo del cerebro es vertiginoso y está muy determinado por la estimulación externa que le llega al niño/a. Tan nocivo es una estimulación excesiva como una deficitaria. Se ha demostrado que exponerlos a estímulos tan rápidos y tan potentes como las nuevas tecnologías está asociado con déficit de atención, retrasos cognitivos, problemas de aprendizaje, impulsividad y disminución de la capacidad de autorregularse.
A partir de los 3 años, se recomienda un uso guiado, es decir, bajo supervisión, pero sobre todo con el acompañamiento de sus padres. Se trata de compartir con ellos, de jugar juntos, no de usar la tablet como un canguro. El objetivo de introducir a los niños en el uso de las TIC a tan temprana edad, no es otro que el de aprovechar lo receptivos que son y las ganas que tienen de compartir con sus padres, para enseñar un buen uso de estas tecnologías. Estudios como el de Guillermo Cánovas nos animan a aprovechar la oportunidad de usar bien estas nuevas tecnologías con nuestros hijos: ¿Cómo? Sentándonos a su lado! 
Si desde pequeños, se habitúan a interaccionar con nosotros en el uso de las nuevas tecnologías,en la adolescencia nos será más fácil seguir interactuando sin que lo vean como una intromisión. Si les hemos educado en su buen uso, cuando son pequeños, tendremos mucho terreno ganado cuando crezcan. Además podemos enseñarles a aprovechar mucho más las TIC y no a usarlas solo como un mero entreteniemiento.
  1. Tiempos de uso.
Hay estudios que dicen que dos horas diarias ya se considera excesivo. Yo lo que recomiendo es que nunca debe dejar a los niños sin tiempo para jugar a juegos más tradicionales porque son imprescindibles para el buen desarrollo del niño. Contando que hoy en día, desgraciadamente, los niños tienen muy poco tiempo para jugar, hay que velar porque un 80% de este tiempo se realicen juegos simbólicos (jugar a cocinitas, jugar con los cochecitos, con las muñecas a hacer una familia o una clase del colegio…), juegos de construcción, puzzles, pintura y manualidades.
Lo importante es pactar el tiempo que pasarán navegando por internet, viendo la TV o jugando a los videojuegos, sobre todo con los adolescentes. Hay tiempo para todo, hacer deporte, salir con los amigos, leer, estudiar y realizar otras actividades. Debemos procurar que nuestros hijos dediquen tiempo a todo y no dediquen demasiado tiempo a nada, es decir, no dejar que su tiempo esté dedicado en exclusiva al uso de las TIC.
  1. La tablet no es una niñera
Debe ser una herramienta más para jugar e interaccionar con nuestros hijos. No hay que usarla constantemente de niñera mientras hacemos otras tareas de la casa, sin un control de lo que hacen ni del tiempo que pasan. Un uso excesivo y en solitario podría propiciar problemas de aislamiento y adicciónLas TIC pueden tener una función educativa siempre y cuando los padres estén presentes en su uso, de lo contrario su función pasa a ser meramente de ocio y entretenimiento.
  1. Evitar el uso de la tecnología en sus habitaciones
No es conveniente que nuestros hijos tengan TV en sus habitaciones o videojuegos. La mayoría de expertos recomiendan tener el ordenador en una zona común de la casa. La razón es obvia, si está en sus habitaciones, el control que pueden ejercer los padres es relativo, además fomenta el aislamiento y la poca comunicación familiar. Si la TV, el ordenador, la consola…están en una zona común de la casa, se deberá negociar qué programa de TV vemos, cuanto rato usamos el ordenador o cuando se juega y cuando no. Facilitará la comunicación y el control parental, además del tiempo en familia.
  1. El uso de las TICS como premios o castigos
Es muy frecuente usarlos como premios: “si te portas bien te dejo la Tablet” o como castigos: “estás castigado sin navegar por internet durante una semana”. Prohibir su uso las va a hacer más deseables. Usarlas como herramientas de intercambio puede ser contraproducente porque nuestros hijos harán las cosas por y para usar las TICS y una vez lo consigan cesarán en su empeñoNo enseñamos un buen uso, les damos más valor del que tienen y, lo que es peor, enseñamos a nuestros hijos a hacer las cosas a cambio de algo. Con esto no quiero decir que no se use nunca como premio o castigo, en situaciones que estén relacionadas con las TIC será efectivo usarlo, por ejemplo si dos hermanos se están peleando por la Tablet, quitarla hasta que lleguen a un acuerdo podría ser muy efectivo. Otro ejemplo sería dejar ver la TV o jugar a un videojuego después de haber hecho sus responsabilidades diarias, como momento de ocio y de descanso.
  1. Interesarse por lo que hacen
¿Qué juegos son sus preferidos? ¿Qué páginas visitan? Pasar tiempo con ellos mientras usan las nuevas tecnologías nos dará información de sus preferencias y podremos aprovechar para remarcar qué juegos son más educativos, qué estereotipos transmite cierta página web, cómo buscar información, … Educar a nuestros hijos en su uso y estar bien atentos a lo que hacen cuando están conectados. Advertirles de los peligros de colgar ciertas cosas en la red y recomendarles juegos más educativos.
  1. Dar valor a las relaciones humanas
La comunicación virtual es un hecho, pero no debe sustituir nunca a la relación cara a cara. Fomentar unas buenas relaciones interpersonales, que salga con sus amigos, que no se relacione única y exclusivamente por la red. Enseñar con el ejemplo, pasando tiempo juntos, tiempo con otros amigos y familiares, que aprenda a disfrutar de esos momentos también. Encerrarse en casa y relacionarse solo de manera virtual puede potenciar la fobia social.
  1. Juego en solitario vs juego compartido
Sin duda la segunda opción va a ser más recomendable que la primera. Fomenta la comunicación y se convierte en un apoyo del desarrollo social. Una modalidad que se está usando mucho, es el juego on-line. Jugar en línea con tus amigos es una gran opción. El juego en solitario, pierde en cuanto a poder educativo se refiere, siendo solo un entretenimiento sin ningún fin educativo. Los videojuegos deben ser apropiados a su edad y mejor si juegan con su familia o amigos.
  1. Restringir el uso de consolas portátiles
Las videoconsolas portátiles facilitan que los niños puedan jugar en cualquier lugar y en cualquier momento. Su uso en momentos de encuentros familiares, como puede ser comiendo en un restaurante, debería ser restringido. Nuestros hijos tienen que relacionarse con los demás, es la única manera deaprender a desarrollar las habilidades sociales.
Todas las nuevas tecnologías portátiles pueden promover que nuestros hijos no se expongan a situaciones de relación con los demás y se aíslen.
También debemos evitar el uso de móviles, tablets o videoconsolas durante las comidas en casa. Todos juntos en la mesa, debería ser un momento de comunicación familiar, si ponemos la TV o si cada uno está con su móvil en la mesa, está claro que no hablaremos, al menos no entre nosotros.
  1. Saber detectar una posible adicción
Si has notado que tu hijo/a pasa demasiado tiempo usando las TIC y no es consciente realmente del tiempo que está. Si se muestra más inquieto e irritable de lo normal, sobre todo cuando no las puede usar. Si ha dejado de hacer actividades de ocio que antes hacía para dedicar más tiempo a las TIC. Si deja de lado sus responsabilidades y a sus amigos, es probable que se esté desarrollando una adicción. Lo mejor que podemos hacer si esto ocurre, es hablar con el/ella sobre nuestra preocupación y buscar ayuda profesional.
Como podéis ver, no hay fórmulas mágicas, casi todo lo relacionado con nuestros hijos se podría resumir en dos palabras: tiempo juntos y dedicación.

Falando no mesmo idioma que o teu fillo adolescente

Publicado con la autorización de El Teu Espai - centro de psicología y logopedia ubicado en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) (http://www.psicologosantacoloma.es/)


Seguro que os ha pasado más de una vez que cuando habláis con vuestro hij@ adolescenteparece que habláis idiomas diferentes. No logramos entendernos y eso cuando conseguimos hablar, porque la mayoría de veces lo que hay entre ellos y nosotros es un profundo silencio. Parece que nos separa un abismo, pero realmente no son demasiado distintos a como éramos nosotros a su edad. La adolescencia siempre ha sido mal vista. Frases como esta lo demuestran:
Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y les faltan al respeto a sus maestros.
Sócrates (470 AC-399 AC) Filósofo griego.
Siglos más tarde no hemos cambiado mucho de opinión. Pero no todo es así de simple. Es una etapa difícil, de muchos cambios físicos, psicológicos y hormonales. Pero es injusto simplificarlo con ese tipo de frases. Ser adolescente no es fácil y ser su padre lo es todavía menos.
Hay algo que nos puede ayudar a entenderlos y es recordar cuando nosotros teníamos 15 años, qué sentíamos, cómo vivíamos las cosas, todo era muy exagerado, lo malo era malísimo y lo bueno era buenísimo, los amigos eran amiguísimos o eran el peor de los enemigos. No hay términos medios, todo se vive en los extremos. Entender qué sienten nos acercará más a lo que piensan, entender esta época de cambios nos acercará más a nuestros hijos.
Pero hoy voy a ir más allá, voy a describir las reglas básicas que debe tener el idioma que usemos al hablar con nuestros hijos:

1. Evita los sermones

Nos pasamos el día diciendo cómo deben hacer las cosas para que no cometan los mismos errores que nosotros. Cuando nuestros hijos nos explican algo de su vida, nuestra primera reacción no puede ser la del reproche, la del sermón o la de decir qué deberían haber hecho en vez de….
Esto corta toda comunicación con nuestros hijos de raíz. Debemos evitar soltar siempre un sermón. No pasa nada si cometen algún error. Cuando nos cuenta algo que ha hecho mal, nuestra primera reacción es el enfado y muchas veces ya hemos soltado el gran sermón en su segunda frase. Si nos controlamos y le dejamos hablar, tal vez nos sorprenda su madurez, puede que ya haya aprendido la lección y por lo tanto no hará falta el sermón. Podemos preguntarle cómo se siente y cómo ha pensado arreglarlo y ofrecernos por si nos necesita. Así nos aseguramos que cuando se meta en problemas volverá a contar con nosotros.

2. Escucha atentamente

Escuchar significa escuchar. Hay un proverbio chino que dice que tenemos dos orejas y una boca, para escuchar el doble de lo que hablamos. Cuando nuestro hijo quiere hablar con nosotros es porque lo necesita en ese momento, no puede esperar. Deberíamos dejar lo que estamos haciendo y escuchar atentamente lo que nos quiere decir. Así conoceremos bien lo que le pasa, lo que siente y lo que le preocupa. Muchas veces les preguntamos esperando sacar toda esta información y raras veces logramos una respuesta más larga de un monosílabo. Entonces, ¿Por qué dejamos escapar la oportunidad de escuchar cuándo nos hablan?

3. Explícales tus historias

Tú dile: cuando yo tenía tu edad había un amigo mío de clase que…..y verás cómo llamas la atención de tu hijo. Más que un sermón vacío, dale una vivencia tuya, explícale lo que tú hiciste y cómo te sentiste. Háblale de emociones, se entienden mucho mejor que los sermones.

4. Crea espacios de comunicación

Comer en familia, ir al cine juntos, compartir alguna afición o acompañarle a alguna actividad extraescolar, son momentos que propician la comunicación. Si tú disfrutas de este tipo de encuentros en casa, te será mucho más fácil conversar con tu hijo/a. Si no los tienes, ha llegado el momento de crearlos!

5. Todo lo que le importa es importante

Cuando nos explican algo que les ha pasado, debemos entender la importancia que tiene:
María se ha discutido hoy con su mejor amiga y llega llorando a casa. Su madre, que ya ha visto estas peleas casi cada semana y que ya sabe que al día siguiente volverán a ser amigas, no le da importancia. Y María le reprocha:
“Nunca te preocupas por lo que me pasa, siempre me dices que son tonterías y que mañana volveremos a ser amigas!”
La madre de María, posiblemente tiene razón, pero eso no le sirve a su hija porque ella está desconsolada y busca el apoyo incondicional de su madre.
Todo lo que es importante para nuestros hijos, importa, aunque sea a ojos de un adulto, un hecho insignificante. Debemos escucharlos y darles la importancia que para ellos tiene.

6. No uses gritos

No debemos usar los gritos para imponer las normas porque provocarán más ira y más rebeldía en el adolescente. Ahora ya pueden razonar, empiezan a usar la mente como la de un adulto. Debemos explicar las normas, consensuarlas con ellos e incluso negociarlas.
Si cuando nuestro hijo/a nos cuenta algo que ha hecho mal en el instituto, lo primero que oye son nuestros gritos y nuestros reproches, conseguiremos dos cosas: una, que no nos escuche y dos, que no nos vuelva a contar nada.
Un adolescente valora mucho que le traten con respeto y los gritos son la peor falta de respeto que les podemos mostrar.

7. No compares

No los compares con sus hermanos ni con sus amigos. Cuando los comparamos les estamos diciendo: “no me gusta cómo eres, los demás lo hacen mejor”. Esto no motiva, al contrario, genera pocas ganas de mejorar, porque etiqueta a la persona: eres malo en esto, si eres malo en algo, el esfuerzo no cabe porque una etiqueta nos dice cómo eres y eso da la sensación que no se cambia. Pero si tú le dices: “sé que puedes hacerlo mejor”, le estás diciendo que confías en su capacidad de hacer las cosas bien y esto sí que mueve al cambio, esto sí que les motiva a sacar la mejor versión de sí mismos.

8. No interrumpas

Deja que acabe, no te adelantes aunque sepas lo que viene después de la primera frase. Si no dejas que termine, no se sentirá jamás escuchado y harás que se sienta constantemente juzgado.

9. No olvides que ya no es un niño

Trátale como un adulto, sobre todo delante de sus amigos. Evita sermonearle o criticarle delante de la gente. Respeta su espacio personal y sus opiniones, no quieras siempre imponer las tuyas, quién sabe quizá tiene razón y debes cambiar tu punto de vista.
Es verdad que en la adolescencia el grupo de iguales es lo más importante. En la infancia la familia es el eje central de nuestros hijos y nosotros somos sus héroes. En la adolescencia, ya ven nuestros defectos, ya no somos sus héroes, ya no les podremos curar una herida a besos y esto es una pérdida que debemos asumir. Pero no todo está perdido, los adolescentes siguen necesitando la seguridad del hogar, para ellos es importante estar bien con la familia y poder contar con ellos y aunque no les gusten las muestras de cariño en público, recuerda que sí las aceptarán en la intimidad, así que no dejes de dárselas. Las muestras de afecto son la mejor comunicación no verbal que les podemos ofrecer a nuestros hijos, pero recuerda no hacerlo nunca delante de sus amigos


Como explicar aos fillos a difícil situación económica

Publicado con autorización de http://www.educapeques.com/


La difícil situación económica afecta a cada uno de los miembros de la familia, sobre todo cuando se tenía una buena economía y esta cambia. Es difícil negarle a los hijos cosas que ellos realmente necesitan a causa de la falta de dinero, en este punto es necesario explicarles sobre la Difícil situación económica por la que se está pasando.
En este artículo se darán algunas pautas mediante las cuales se puede se pueden llegar a los niños de forma sencilla, de tal forma que ellos entiendan la situación y es más que quieran ayudar para que la situación mejore para todos.

Formas para explicar a los niños la difícil situación económica


  1. Cultivar la amistad. Es importante enseñarle desde pequeños a los niños que existen cosas más importantes que el dinero y una de ellas es la buena relación y el cariño que existe en la familia. Este se constituye en un paso fundamental para explicar la situación a los niños.
  2. En el momento que los niños pregunten sobre los cambios económicos que noten en el hogar, es importante hablarles como amigos y contarles lo que está pasando, pero siempre con la idea que las cosas van a mejorar si todos ponen su granito de arena y que más adelante van a poder tener las cosas que desean.
  1. Actuar en forma positiva. Cuando se le hable a los niños se debe enfocar el dialogo en que pronto se superará esta situación y que se trabajará fuerte para tener todo lo que se necesita en el hogar.
  2. Se puede pedir colaboración. Si los niños ya están de cierta edad, se les puede pedir que ellos también contribuyan, un ejemplo es que si no se cuenta con el dinero suficiente para pagar una empleada de servicio doméstico, todos se deben comprometer por mantener la casa en perfecto estado y que las tareas del hogar sean asignadas, un ejemplo de estas es lavar los platos.
    Cuando se les pide a los niños que colaboren con algunas dinámicas de trabajo dentro del hogar, con el fin de ir solucionando la Difícil situación económica, ellos se sienten importantes y además saben que esto le ayudará a la familia a salir adelante, lo más importante es que están aprendiendo a superar las situaciones difíciles.
  3. Explicar con palabras sencillas. Los niños deben entender con claridad qué es lo que está sucediendo en el hogar, para que esto sea posible se necesita usar terminología sencilla, de manera que los niños puedan entender con claridad e ir asimilando el problema que está viviendo la familia.

O bo, o feo e o malo... ¿que personaxe interpretas na educación?

Publicado con autorización de http://www.educapeques.com/
Autora: Irene González Collado (Maestra de Ed.Infantil y Psicopedagoga)

A menudo, los agentes educativos que participamos en el desarrollo evolutivo de un niñ@, caemos en el error de adoptar diferentes “roles”.
¿Qué padres no se han visto envueltos alguna vez en situaciones de tal índole?… “Mamá: Termínate el bocadillo. Papá: Bueno, cómete una parte del bocadillo. Abuelo: Un bocadito, y ya está. Abuela: No te lo comas, a ver si te va a doler la barriga…ya cenarás después.” El encontrar diferentes respuestas en según a qué personaje te dirijas es un erros muy común, que los niñ@s saben aprovechar.
El entorno del niñ@ debe compartir las mismas premisas para colaborar de forma unánime en la Educación de los más pequeños, ya que de ellas, se construirá la base que dará apoyo a los hábitos, valores, y enseñanzas que se vayan adquiriendo a través de la vida.
Todas y cada una de las personas que están alrededor del niñ@ son importantes, y pueden jugar un papel relevante en su vida, siendo inoportuno y poco constructivo  desechar la presencia de alguna de ellas por edad, distancia, o falta de entendimiento entre adultos.
“Para educar a un niñ@ hace falta la tribu entera”, y esto no lo digo yo, lo rescata el profesor, filósofo y escritor, Jose Antonio Marina, de un antiguo proverbio africano. El ilustre citado, defiende (y yo con él),  que todos somos responsables de la educación de los niños que se crían en nuestro grupo social; todos, cada uno desde su puesto en la sociedad, debe retomar su papel y enseñar a vivir. Niños, niñas y jóvenes beben de todas las fuentes que tienen a su alrededor, por lo tanto Educa todo el mundo, sea de manera voluntaria o involuntaria.
En la actualidad es inevitable hacer referencia a miles de familias, donde padre y madre están trabajando, y son los abuelos o algún familiar cercano, los que atienden o pasan un mayor tiempo con los niñ@s, viéndose así, incrementada su influencia. Esta situación es sólo un ejemplo en el que se delega educativamente. Llegados a este punto, es conveniente tener una puesta en común de premisas educativas, parar llegar a crear un entorno estable y acogedor, no sólo para el niñ@ si no también para los adultos, de esta forma evitaremos tensiones y malos entendidos.
Y algun@ se preguntará… pero ¿qué premisas? ¿es que no todos aplicamos el sentido común? Pues no, veamos algunos ejemplos…a veces inconscientemente entre la misma pareja de padres se desautorizan, o entre padres y abuelos (u otros familiares) se confrontan perspectivas acerca de lo que se debe o no permitir, y por último, con la escuela, últimamente hay un gran abismo por el cual hay que trazar puentes urgentemente.
Intentaré resumir brevemente los factores principales para la puesta en común de las mencionadas premisas educativas:
  • Las rutinas. Horarios de comidas, siestas, hora de acostarse etc… No es muy normal, que si el niñ@ se queda en casa del “tío Juan”, duerma una siesta de 3 horas, cuando su tiempo de siesta es de 45 min, es necesario poner al día al “tío Juan”, él no es adivino, y si  lo permite quizá es porque no ha habido puesta en común.
  • Hábitos de aseo. Vestirse, desvestirse, lavarse los dientes, ayudar cuando se asea… A veces los niñ@s hacen como si no saben hacerlo, pero son capaces perfectamente. Claro, son muy listos, es más cómodo que te hagan las cosas, antes que esforzarse en hacerlas. Acordad lo que sabe o no sabe hacer, y en lo que colabora o no, así se le exigirá igual esfuerzo sea cual sea el contexto.
  • Hábitos alimenticios. Lo que se puede o no, comer entre horas, o la cantidad que me puedo o no dejar…!!Cuidado!! Los niñ@s no eligen el menú del día, es el adulto siempre el que le dice lo que debe comer. Me sorprendo cuando algún abuelit@ me dice que su nieto (el cual come todos los días en su casa) es el que les dice lo que quiere que hagan de comer, y de lo contrario, si no se le complace, no come. Maaaaaallll, ese chantaje no se debe consentir.
  • Responsabilidades en casa: recoger habitación, ayudar a poner la mesa, ayudar en tareas domésticas, realizar sus deberes… Volvemos a recordar lo mismo que las rutinas, debe haber un consenso familiar. Precisamente en los colegios, los niñ@s siempre tienen responsabilidades, sobretodo cuando son los “encargados del día”, y cuando informas a las familias de lo que hace su hij@ se sorprenden bastante de la responsabilidad que es capaz de asumir. Reflexiona: te está tomando el pelo.
  • Normas acerca de lo que le está permitido según su edad.
  • Fórmulas de cortesía. Aprender a decir y utilizar “Gracias” “Buenos días” “Buenas tardes”, “Hola”, “Adiós”, “Por favor”, “Lo siento”, “Perdón”. Este aspecto debe nacer en casa, y debe nacer por pura imitación y ejemplo a seguir. Por lo tanto seamos prudentes con el vocabulario, las expresiones, y las conversaciones. Somos los adultos el ejemplo a seguir, no el ejemplo a evitar, tomemos conciencia de esta cuestión.
En resumen, se acabaron los juegos de “tú haces de bueno y yo de malo”, eso lo vamos a dejar para la películas. Para la vida real, te invito a apostar por un modelo de consenso, donde prime la comunicación, y sobre todo, el sentido común.
Toda familia debe comportarse como una verdadera piña, y sacar entre todos a los más pequeños hacia delante, ellos necesitan entornos estables, que les aporten equilibrio.

5 Razóns para deixar de berrar aos teus fillos e como conseguilo

Publicado con la autorización de El Teu Espai - centro de psicología y logopedia ubicado en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) (http://www.psicologosantacoloma.es/)




La mayoría de los padres piensan que deberían dejar de gritar a sus hijos pero luego, sin darse ni cuenta, se sorprenden a sí mismos recurriendo una y otra vez al grito. Parece que nuestros hijos no obedecen hasta que, hartos de repetir la misma orden, se la gritamos. Es verdad que el grito llama su atención en un primer momento, pero a la larga dejará de tener efecto y entonces ¿qué haremos? ¿Gritar más fuerte, gritar más rato, vivir a gritos?

¿Es posible educar sin gritar?

Evidentemente sí. De hecho debería ser nuestra elección. Nuestros hijos han aprendido a no obedecer hasta que nos ven realmente enfadados y este es un mal hábito que han adquirido. Por lo tanto, es un hábito que debemos hacer desaparecer y generar uno más saludable. Gritar entrena a nuestros hijos a no escuchar hasta que se les levanta la voz. Cuanto más lo usamos, más los entrenamos y más nos costará que obedezcan sin necesidad de gritar.
Dejar de gritar no es fácil porque supone tener un gran autocontrol sobre nuestras emocionessobre todo de la ira y la rabia que nos genera ver la desobediencia diaria en nuestros hijos. Es un entrenamiento que lleva tiempo. Primero sabremos frenarnos al minuto de estar chillando, pero poco a poco, seremos capaces de frenar antes de empezar a gritar, es cuestión de proponérselo, es cuestión de añadirlo a la lista de objetivos del 2015.
Y para que vosotros hagáis como yo y pongáis este deseo en vuestra lista, os voy a dar 5 razones para dejar de gritar a vuestros hijos que os convencerán:
  1. Gritar convierte a los niños en sordos

Cualquier explicación o aprendizaje que queramos darles con el grito será inútil, porque los oídos de nuestros hijos se cierran automáticamente después de oírlo. Después de una interacción negativa nadie está dispuesto a escuchar con verdadera atención y con ganas de aprender y mejorar, eso solo se consigue con interacciones positivas. Si queremos hacer mejores a nuestros hijos, no lo conseguiremos a gritos.
  1. Gritar no ayuda a gestionar las emociones

Nosotros somos un ejemplo de comportamiento de nuestros hijos. Cuando perdemos el control y gritamos, lo que les enseñamos es a gestionar la ira y la rabia con agresividad.Conseguiremos unos adolescentes llenos de rabia que gritan y pierden el control delante de la explosión de emociones que se tiene en esa etapa evolutiva. Si nosotros ayudamos a nuestros hijos a gestionarlo de otra manera, con autocontrol, con calma, hablando abiertamente de las emociones en casa, ellos aprenderán a dar respuestas más adecuadas a la ira y a la rabia. Si oyes gritos aprendes a gritar.
  1. Gritar asusta a nuestros hijos

Ellos sienten miedo al principio y después rabia e impotencia. ¿Es miedo lo que queremos que sientan nuestros hijos? Seguro que no, nuestra intención cuando gritamos es que obedezcan, que aprendan, que hagan lo correcto, que nos respeten, etc… pero no queremos provocarles miedo. Por lo tanto, con nuestra actitud no conseguimos el efecto que queremos: el respeto se gana respetando, la obediencia se gana con paciencia, los aprendizajes requieren un tiempo y un esfuerzo y que hagan lo correcto dependerá en gran medida de nuestro propio comportamiento.
  1. Gritar los aleja

Cada vez que les gritamos, ponemos una piedra de un muro que nos separa. Perdemos autoridad positiva, perdemos respeto, perdemos comunicación, ganamos distancia, ganamos frialdad en las relaciones, ganamos más gritos y ganamos malestar emocional.
  1. A más gritos, menos autoestima

Educar a gritos tiene un efecto nefasto sobre la autoestima de nuestros hijos. Lejos de sentir que estamos orgullosos de sus logros y sus esfuerzos, lo que sienten es que nunca están a la altura, hagan lo que hagan, siempre aparecen los gritos y borran cualquier sentimiento de haber hecho algo bien.

Pero ¿Cómo conseguimos dejar de gritar?


  1. Adquirir un compromiso

Será como un pacto de familia donde nos comprometemos a dejar de gritar y a hablar con respeto. Diremos a nuestros hijos que estamos aprendiendo a hacerlo y que nos tendrán que ayudar, que es probable que cometamos errores pero que si tienen paciencia cada vez lo haremos mejor.
  1. Nuestro trabajo como padres es controlar nuestras emociones

Con el manejo de nuestras emociones les enseñamos a controlar las suyas. Si somos un buen ejemplo, ellos serán mejores. Por lo tanto, debemos empezar a trabajar con nuestras emociones, lo que sentimos, lo que transmitimos y como lo controlamos. Es un entrenamiento que requiere tiempo y esfuerzo.
  1. Recordar que los niños deben actuar como niños

Son cientos las veces que he oído decir a los padres en consulta:
  • Es que tengo que repetirle mil veces que se vista. Cada mañana es la misma historia. Está claro que le gusta verme enfadado/a
  • ¿Cuántos años tiene su hijo/a?
  • Cinco años. Yo creo que ya sabe lo que debe hacer pero solo piensa en jugar.
Ante esto, yo siempre digo lo mismo: lo que realmente me preocuparía es que usted se sentara en esa silla y me dijera que su hijo/a de cinco años se viste solo/a cada mañana sin necesidad de que usted le recuerde lo que debe hacer. Porque entonces seguro que habría algún problema. Los niños deben jugar, es lo que les toca a esa edad y nosotros somos los encargados de recordarles cada día sus obligaciones. Es nuestro trabajo de padres. Si nuestro jefe nos dijera que cada día tenemos que recordar al conserje que debe encender la luz, lo haríamos a diario, sin pensar si el conserje lo debería hacer por si solo o no. Pues con nuestros hijos es lo mismo, cada día debemos recordarles las mismas cosas hasta que adquieran el hábito y entonces tendremos que recordarles las siguientes. Es un trabajo que nunca acaba.
  1. Dejar de reunir leña

Cuando tienes un mal día, cualquier chispa encenderá el fuego. Date un momento, haz algo que te haga sentir mejor y deja de reunir leña para el fuego. En algún momento tienes que parar.
  1. Ofrecer empatía cuando tu hijo expresa cualquier emoción

Cualquier emoción, buena o mala, debe ser escuchada.Para mostrar empatía debemos hacer entender a nuestro hijo que entendemos cómo se siente. Así aprenderán a aceptar sus propios sentimientos que es el primer paso para aprender a manejarlos. Una vez que los niños pueden manejar sus emociones, podrán manejar también su comportamiento.
  1. Trata con respeto a tu hijo

Cuando los niños son tratados con respeto sienten más ganas de portarse bien y de tratar con respeto a los demás. Simplemente debes entender que tu hijo merece tu respeto más que cualquier otra persona.

  1. Cuando te enojas, STOP

Para, cierra la boca. No hagas nada ni tomes decisiones. Respira hondo. Si ya estás gritandopara en medio de la frase. No sigas hasta que no estés tranquilo. Hablar, castigar o actuar cuando uno está enojado aumenta notablemente la probabilidad de tomar malas decisiones, de gritar en vez de hablar, de usar castigos exagerados y poco educativos y actuar de manera desproporcionada.  Le invitamos a leer nuestro post las 10 claves para usar bien el castigo.
  1. Respira y date cuenta de tus sentimientos

Cuando te enfades con tu hijo/a y sientas ira y rabia, aléjate de la situación si es posible y respira. Lávate la cara y piensa en lo que hay debajo de esa ira que suele ser miedo, tristeza y decepción. Date un espacio para sentirlo y llora si así lo sientes, después verás como la ira desaparece.
  1. Encuentra tu propia sabiduría

Analiza la situación de manera objetiva. Ahora que ya no sientes ira, será más fácil. Piensa en qué quieres conseguir y cuál es la mejor manera de hacerlo. Quieres que tu hijo te obedezca, ten paciencia y repite la norma las veces que haga falta, incluso ayúdale físicamente a hacerlo, cógele de la mano y guía sus pasos. Quieres que tu hijo te respete, enséñales con el ejemplo. Quieres educar bien a tu hijo, hazlo desde el reconocimiento y desde el afecto no desde los gritos y los castigos. Fija tus objetivos y fija también tus pasos. Los aprendizajes requieren tiempo y paciencia, tu hijo no lo puedo aprender todo a la primera, más bien es al contrario, no aprenderá nada a la primera.
  1. Adopta medidas positivas, busca un lugar tranquilo

todos hemos vivido esos momentos de tensión en casa, momentos que generan un gran malestar emocional y que cada movimiento no hace más que aumentar la tensión. Unos gritan, otros lloran, nadie hace lo que debe hacer y parece que nada puede parar esa ira. ¿Qué podemos hacer?
  • Pide a tu hijo un time-out: tiempo fuera. Uno en cada sitio hasta que se desvanezca la ira.
  • Pídele disculpas.
  • Ayuda a tu hijo a gestionar la rabia que siente, que se sienta comprendido, explícale que tú también te sientes así a veces.
  • Busca un lugar tranquilo donde esconderos, debajo de una gran sábana para dejar pasar de largo la ira y la rabia.
  • Lee un cuento tras otro, hasta que se desvanezca la rabia.
A veces, basta con dar un paso para ayudar a nuestro hijo a que se sienta mejor para que la ira desaparezca.
Ayudando a nuestros hijos a gestionar bien sus emociones, aprenderemos mucho de las nuestras y seguro que esto nos hará a todos mucho mejores.