Cando mudamos de casa

En la sociedad actual se vive un fenómeno de compra de nueva vivienda (sea primera o segunda casa) que ha hecho que sea considerada como un artículo importante a la hora de evaluar la evolución de la economía de un país. Al mercado de la vivienda viene parejo el uso y disfrute de ella para lo que hace falta mudarse. Las familias actuales tienen posibilidad de mejorar en su calidad de vida gracias, entre otras cosas, a la mejora de la vivienda. Quizá no se piensa, o si se hace es en muy segundo plano, la repercusión que el cambio de vivienda pueda tener para la tranquilidad, apreciación de seguridad de los niños, comodidad, etc.
Quien se ha cambiado de casa alguna vez sabe la situación de estrés que se vive que puede ser mayor o menor en función de gran cantidad de variables como pueden ser la composición de la unidad familiar, la edad de los niños, el número de niños, la época del año, entre otros. Es importante tener en cuenta el carácter de cada uno: algunos niños se adaptan sin mucha preparación pero otro necesitan más estabilidad y atenciones. Hay que estar preparados ante posibles regresiones en el comportamiento de los hijos: pueden no querer dormir solos como lo hacían anteriormente, pueden no querer ir al colegio, etc. Estas situaciones son normales y se corregirán con tiempo y paciencia.
Es importante la preparación psicológica que los padres llevan a cabo con los hijos pues les ayudan a comprender la nueva situación. Antes de la mudanza debemos hablar con los hijos con tranquilidad y con tiempo. Hay que hablar de los motivos del cambio. No hay que dejar ninguna pregunta sin responder. Hay que hablar de las nuevas expectativas y de lo que les espera. Siempre que sea posible, se debe hacer todo cambio con el suficiente tiempo para hacerlo de la forma más pausada y menos estresante posible y esta medida redundará en beneficio de todos, mayores y pequeños. La época vacacional de los niños es un buen momento para afrontar un cambio de domicilio.
Todo cambio de domicilio no se vive igual por parte de los hijos si nos fijamos en su edad y por tanto grado de madurez: los bebés podrán apreciar el cambio asistiendo a preparativos pero viven el presente y no se preocupan de lo que va a pasar; para los adultos es prioritario preocuparse por su estabilidad y bienestar físico. Los niños de la escuela ya pueden preocuparse por el futuro y les interesa saber cómo les va a afectar el cambio, si podrán llevar sus juguetes, si podrán jugar con sus amigos, dónde dormirán, estarán inquietos por saber cómo será su nueva escuela, etc. Los adolescentes pueden cuestionar la decisión del cambio, pueden enfadarse por plantear que no se ha pensado o no se ha contado a la hora de tomar la decisión.
Para los niños, mudarse de casa puede influir en su rendimiento en la escuela. Esa influencia puede ser más negativa si cambiarse de casa implica también cambiarse de colegio donde tendrá nuevos compañeros, nuevos maestros... a los que tendrá que adaptarse. Puede ocurrir que el nuevo grupo en que se ubique lleve un ritmo distinto al suyo, otros materiales de trabajo, una dinámica de trabajo que desconoce, etc. Esta situación puede ocasionarle estrés o ansiedad que se traducirá en un comportamiento a veces agresivo y otras apático y desinteresado por las cosas que le rodean. Son llamadas de atención que los adultos deben tener en cuenta para tratarlos e intentar solucionarlos.
Si el cambio de domicilio se debe a motivos que no siempre se ajustan a una mejora de la calidad de vida sino más bien a una ruptura matrimonial, a una pérdida de un ser querido, o cualquier eventualidad negativa que haya surgido en el entorno familiar y altere el correcto desarrollo de la vida en familia, se puede agravar la situación de estrés y los adultos deben estar en guardia para solucionar la aparición de conductas negativas en el niño.
Por otro lado, el cambio de domicilio conlleva en gran número de ocasiones, cambio de colegio lo que significa cambio de amistades. La labor de los padres es muy importante porque deberán ser el motor de iniciar buenas relaciones, estar en guardia para ver con quién se juntan los niños, sobre todo si la edad de los hijos está en torno a la adolescencia. En relación con la afirmación anterior, cuanto mayor sea el hijo más difícilmente afrontará el cambio porque cambiar de amigos le supondrá un importante esfuerzo debido a la significación que para su vida tiene el grupo de iguales.
En el estado de ánimo influirán de forma significativa las características del hijo y sobre todo, si es maduro y por tanto tiene recursos suficientes para afrontar situaciones adversas como es el cambio de su entorno y mundo de relaciones, la mudanza la podrá asumir sin presentar conductas extrañas como retraimiento, tendencia a la soledad, cambios repentinos de humor y comportamiento, problemas de apetito, deterioro en los estudios, problemas en el sueño, etc., conductas ante las cuales los adultos deberán estar en guardia. Los adolescentes pueden presentar quejas de forma reiterada e incluso tenderán a volver a su barrio o ciudad anterior con algún amigo, familiar.
Podemos seguir las indicaciones de ANA MARÍA VAERNET (médica psiquiatra) cuando nos plantea los siguientes pasos que facilitan el cambio de domicilio tanto a padres como a hijos:

  • Explicarle claramente a los niños por qué es necesario mudarse.
  • Familiarizar al niño lo mejor posible con el nuevo lugar, ya sea mediante visitas, o si el lugar es lejano, por medio de mapas, fotografías etc.
  • Describir las ventajas del nuevo lugar, de manera que el niño pueda apreciar factores positivos del cambio.
  • Después de la mudanza, tratar de involucrarse en las actividades para niños que se lleven a cabo en el nuevo lugar.
  • Si un hijo o hija está en su último año de secundaria, se puede considerar la posibilidad de permitirle quedarse con una familia de confianza hasta que termine el año escolar.
  • Permita que los niños participen en el diseño o decoración y amueblado de sus cuartos.
  • Ayude a los niños a mantenerse en contacto con los amigos del vecindario anterior mediante llamadas telefónicas, cartas, e-mail, y visitas personales.

En todo cambio de domicilio debe haber un estrecho entendimiento entre todos los miembros de la unidad familiar, debe haber un clima de confianza. En el mejor de los casos, todos deben estar de acuerdo, deben saber por qué y debe reinar un clima positivo y de aceptación ante la decisión adoptada. Es el inicio para erradicar conductas negativas ya citadas anteriormente.
Una posible situación traumática en los hijos se puede agravar si además, el cambio de domicilio se produce al extranjero. El cambio es más fuerte y por tanto es más fácil la posible aparición de conductas problema. Si el cambio no es forzoso (podría ser por motivos políticos, económicos, etc.), los padres pueden preparar a los hijos ante posibles miedos y ansiedades ante lo desconocido.

BIBLIOGRAFÍA RELACIONADA CON EL TEMA:

MARÍA VICTORIA TRIANES: “Estrés en la infancia: su prevención y tratamiento”
GEORGIA WITKIN: “El estrés del niño: estrategias para combatirlo”
Editorial: Mondadori Espasa


Fuente: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte