A infancia roubada

Republicado con autorización de: http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres/
Autoría: Carlos Pajuelo


Los niños no son futuros adultos, son niños que necesitan vivir su infancia.

¡Qué ganitas tengo de que crezcan los niños! piensan o verbalizan muchos padres y madres mientras realizan la tarea de educar a sus hijos. Tus hijos van a crecer y lo harán más rápido de lo que imaginas pero hay un tiempo para ser niños, un tiempo imprescindible y necesario para poder crecer.
Hay una realidad en la educación familiar, la de que educar es una tarea que necesariamente consume el tiempo (el tiempo libre)  de padres y madres y que además es una tarea que no está exenta de conflictos.
¿Estamos robando la infancia a nuestros hijos?, ¿Somos una sociedad que considera la infancia como una “enfermedad” pasajera, como una academia para convertirse en personas adultas?
Somos la sociedad en la que vivimos. Es verdad que nuestros niños y niñas no viven las penalidades que viven miles de niños y niñas en otras partes del mundo. Pero creo que nuestra sociedad desarrollada, de otra manera, también contribuye a “robar” la infancia de los niños.
Y no lo digo porque los bebés salgan de los hospitales maternos con vaqueros y zapatillas de deportes; ni porque busquemos desde bien pequeños la excelencia en lugar del desarrollo; ni porque juegan con tecnología desde pequeños pero no juegan solo por divertimiento, juegan para que los padres podamos disponer de tiempo para nosotros mismos.  Se escolarizan con tres años o menos y esperamos de ellos que además de saberse limpiar el culete, permanezcan cinco horas siguiendo el guión, porque si no van a tener problemas. Pensamos en su futuro, todo lo que hacemos es por su futuro, los padres vivimos acuciados por el futuro mientras nuestros hijos viven y crecen en el presente.
De tanto escuchar que ganitas tengo de que crezcan, ellos terminan creyéndose que cuando crezcan todo será mejor. Y empiezan a creerse que son más mayores de lo que son. Imitan a los adultos y con 10 o 12 años cuando comienzan a salir lo hacen copiando a los adultos. En vez de al botellón van a tiendas de chucherías , y en grandes grupos se entretienen mientras las comparten, el chuchellón.  Así todo, absolutamente todo, se adelanta, el coqueteo con el alcohol, los horarios de regresar a casa y todo esto patrocinado por los mismos padres y madres un tanto prisioneros del “como lo hacen todos”.
Una sociedad hipersexualizada que promueve “modas” en las que los niños y niñas visten como adultos, se peinan como adultos. Todos los programas de éxito televisivo tienen una versión infantil. Una sociedad que les dice “¡vamos, daos prisa en crecer!
Una sociedad que,  como ignora la infancia, no genera espacios públicos para la infancia. ¿Dónde pueden ir nuestros niños y niñas para que convivan, jueguen, estén protegidos, donde puedan ser lo que son, niños y niñas?
La infancia es necesaria pero no para preparar a futuros adultos. La infancia es necesaria para poder llegar a ser adultos. La infancia no es una etapa preparatoria. La infancia es una etapa para vivir, que tiene su propia entidad. Tenemos una gran responsabilidad, los padres y madres, las escuelas, los ayuntamientos, tú y yo. Devolvamos la infancia a nuestros hijos, para ello necesitan que se reconozcan sus derechos, el derecho a ser niños y niñas, el derecho a vivir como niños y niñas.
Esto es tarea de todos, individual y colectivamente. Necesitamos políticas que de verdad promocionen la natalidad, el cuidado de la infancia; políticas que permitan de verdad conciliar la vida familiar y profesional. Pero además necesitamos políticas locales para que tu pueblo o ciudad se convierta en amiga de la infancia y, por último, necesitamos que tú y yo también nos hagamos amigos de la infancia.
Sin estas políticas, le robaremos la infancia a nuestros hijos y sin infancia no hay futuro. A veces pequeños pasos nos llevan a alcanzar grandes logros.

Termino recordando el proverbio africano  del que ya hemos hecho mención en otros artículos,  “Para educar a un niño hace falta toda la tribu“.  Claro que educar es responsabilidad de la familia pero las familias necesitan la colaboración de toda la tribu porque todos nos beneficiamos de la infancia.