Síndrome do Emperador

Autoría: Eugenia Olego Gual
Republicado con autorización de: https://www.psicologosantacoloma.es

¿Es tu hijo quién pone las normas de casa? ¿Sus rabietas son incontrolables? ¿Tenéis la sensación de que vuestro hijo os está dominando? Puede ser que vuestro niño sufra el llamado “Síndrome del Emperador”.

¿Qué es el Síndrome del Emperador?

El síndrome del Emperador o “hijo tirano” es un trastorno de conducta que presentan los niños mostrando un comportamiento agresivo mayoritariamente hacia los padres y éstos no son capaces de controlarlo. Otras características que podemos observar serían éstas:

  • Niños que tienen mucha ira y rabia sobre todo cuando los padres les intentan poner límites. Lo normal es que sobre los 5 años ya sepan verbalizar y controlar más o menos su rabia. Pero en el caso de los niños tiranos, no la controlan, sus rabietas con exageradas y convierten la vida de sus progenitores en un calvario.
  • Son niños que están normalmente enfadados y algunas veces tristes.
  • No tienen empatía. No les importan cómo sus malas conductas pueden afectar a los demás. Como no desarrollan empatía, tienen mucha dificultad para mostrar culpa y arrepentimiento.
  • Son muy egocéntricos. Solo piensan en ellos mismos.
  • Rabietas exageradas e incontrolables.
  • Agresividad verbal y/o física hacia los demás.
  • Baja tolerancia a la frustración.
  • No son capaces de aprender de los errores y castigos. Ante la desesperación de los padres no parece que sirvan las regañinas y él busca su propio beneficio.
  • Son mentirosos.
  • Baja autoestima.
  • Locus externo. Siempre culpan a los demás de lo que hacen.
  • Buscan constantemente la atención y no solo de sus padres, sino de todo su entorno.
  • Son vengativos.
¿Por qué les ocurre esto?

Muchos padres se sienten culpables porque piensan que ellos lo han hecho mal. Pero los expertos señalan que hay causas genéticas, familiares y ambientales que ayudan a que se desarrolle dicho trastorno.
Cuando hablamos de causas genéticas, muchas veces detectamos que algún familiar ha tenido dichas características desde pequeño.
A nivel familiar, hay diferentes aspectos a valorar. Primero, la permisividad, falta de afecto, separaciones, incoherencia en las pautas educativas de los dos progenitores, escasez de tiempo o sobreprotección, podrían ser aspectos que ayuden a aflorar dicho síndrome. Para más inri, tenemos muy pocos momentos para estar con nuestros hijos y esto hace que muchos padres se sientan culpables y lo “llenen” permitiéndoles todo.
El ambiente también influye porque los niños viven en una sociedad materialista e individualista dónde prima el éxito fácil y desvaloriza aspectos como solidarizar y compartir con los otros.


¿Cómo tratarlo?

La única forma de eliminar estas conductas es con un tratamiento especializado tanto a nivel individual como familiar.

Muchas veces las familias piensan que es algo que se “arreglará” y no imaginan que estas conductas pueden llegar a problemas más graves. Por eso es fundamental que se detecte precozmente el problema y pedir ayuda a profesionales.



Paralelamente, os facilitamos unas pautas para ayudar a frenar estos comportamientos tiranos:



  • Ambos progenitores deben ir a la par con las pautas educativas. Si esto no ocurre, el niño se aprovechará de la situación.
  • Normas muy claras en casa. Fundamental para que observe que hay una base de disciplina en casa.
  • Las rutinas son primordiales en este tipo de niños. Hora de levantarse, vestirse, comer, responsabilidades domésticas, etc.
  • Aceptar cómo es tu hijo y visualizar soluciones y posibilidades ante situaciones estresantes.
  • No usar amenazas. Eso agrava su conducta, además de potenciar su inseguridad.
  • Si grita y patalea, no ponerse a la altura del niño e ignorarlo. Cuando esté más calmado, se le podrá hacer caso.
  • No sirve de nada reflexionar con él ya que el niño tirano no está acostumbrado a la recapacitación. En vez de ello, hay que recordarle qué normas hay y ser firmes.
  • Como no tienen empatía, no sirve decirle que se ponga en el lugar del otro. Pero sí indirectamente irlo introduciendo.