Socorro ! Teño un fillo adolescente

artigo republicado coa autorización de: Solohijos.com
autoría: José María Lahoz García Pedagogo (Orientador escolar y profesional), Profesor de Educación Primaria y de Psicología y Pedagogía en Secundaria

Ha llegado y te ha cogido por sorpresa. Tu hijo ya no es un niño y últimamente tiene conductas y actitudes que te desconciertan y, lo que es peor, que te disgustan. Te parece un ser desconocido, aunque sabes que está experimentando los cambios físicos y psicológicos que lo conducirán a la madurez. En definitiva, está en plena adolescencia. Al fin y al cabo, todos la hemos pasado como hemos podido.
¡Socorro! Tengo un hijo adolescente
Aunque parece un mensaje de socorro infiltrado en la web, sólo es el título de un libro que, por cierto, puede ser una lectura interesante. Pero su título recoge el grito callado de no pocos padres y de no pocas madres. Cuando llegan a una determinada edad, nuestros hijos, esos angelitos que llenaban de esperanza nuestras vidas, parecen haberse transformado en unos extraños seres que personifican algunas de las actitudes que tanto detestamos. Y su aparición nos desconcierta y su actitud nos resulta incomprensible.
Cuando reflexiono sobre ello me sorprendo a mí mismo… Me sorprendo de no entenderlos más, de no comprender sus sentimientos… Por increíble que pueda parecerme, “yo ya he estado allí”, yo también fui un adolescente, seguramente incomprensible para mis padres, y si hago un esfuerzo de memoria, puedo encontrar en mi propia historia detalles y actitudes comparables a las de mis hijos. ¿Será posible que la respuesta a nuestro desconcierto podamos encontrarla dentro de nosotros mismos? Es una posibilidad perfectamente válida si sabemos buscar con atención.
Pero por si la búsqueda resulta infructuosa me gustaría ofrecer algunas pistas que podrán ser de ayuda para comprender mejor a esos enigmáticos adolescentes.
La pubertad
Hay que empezar por la consideración de los fenómenos más evidentes y más generalizables.Me refiero a la pubertad, al proceso de cambios físicos y fisiológicos que transformarán el cuerpo del niño en cuerpo adulto. A partir de una cierta edad, entre los once y catorce años, se inician una serie de cambios físicos que, entre otras peculiaridades, diferencian de manera evidente el cuerpo de los chicos y de las chicas. Así, además de la aparición de vello en ciertas zonas del cuerpo y la aparición del apetito sexual junto con la capacidad reproductora, en las chicas se produce el desarrollo del pecho y caderas, junto con la aparición de la regla; en los chicos tiene lugar el ensanchamiento de sus espaldas, desarrollo muscular, aparición de la barba y poluciones nocturnas.
La adolescencia se entiende como el intervalo de tiempo que transcurre en la vida de una persona entre la pubertad -maduración sexual y aparición de caracteres sexuales secundarios- y la plena incorporación en la vida adulta.
A guisa de recopilación podríamos caracterizar al adolescente como una persona:
  • con unos recursos fisiológicos nuevos (fuerza, apetito sexual, capacidad para procrear)
  •  con más recursos intelectuales (pensamiento formal, cultura)
  •  que tiene que realizar algunas adaptaciones para llegar a la integración en el mundo adulto
La metamorfosis
Fundamentalmente, hay tres núcleos de adaptaciones cuya resolución indica el final de la adolescencia y el logro del equilibrio personal: la integración psicosocial, la integración afectiva y sexual y el hecho de asumir conscientemente algunos valores vitales.
Esa nueva persona que va apareciendo ante nuestros ojos ha sufrido una cierta metamorfosis,se ha transformado sin que nadie pudiera impedirlo. Y ese nuevo ser que nos resulta extraño, por lo drástico de sus cambios, es también un desconocido para sí mismo.
Hasta su propia cara ha cambiado, por lo que ha de mirarse mucho al espejo para familiarizarse con su nueva imagen, para perfilar su apariencia. Cuando niño se conocía perfectamente, no necesitaba contemplarse, ahora tiene que reencontrarse consigo mismo. Nos miraba, de pequeño, de abajo a arriba y ahora nos mira de igual a igual o de arriba abajo y, por eso, desconoce la nueva situación y no sabe como actuar… A veces tímido, a veces insolente, busca la manera de ponerse a nuestra altura. Y en los primeros intentos casi nunca acierta…
Toma de decisiones e inexperiencia
Algunas de sus conductas podrían ser calificadas como pautas de conducta enfermizas, pero en cambio no suele ser así, no hay que confundir ‘adolescente‘ con ‘persona defectuosa’, ‘incapaz de…’, sino más bien pensar en él como persona en proceso de adaptación que ha de tomar algunas decisiones difíciles y ha de realizar algunos aprendizajes también difíciles. Y todo ello desde la inexperiencia propia de un adulto novato.
En su etapa vital adolescente tendrá que conseguir adaptarse a su nueva realidad física y a las posibilidades que le ofrecen sus nuevas capacidades. Deberá conocerse, aceptarse y potenciar sus mejores cualidades. Pero además tendrá que conseguir su integración en el mundo sociolaboral, solucionar sus necesidades afectivas y de relación sexual y asumir como propios los valores fundamentales que regirán su vida.
Ardua tarea para tan abundante inexperiencia, pero no desproporcionada porque cuenta con la fuerza de la juventud y, como no, con la ayuda de sus padres si nos ponemos a la tarea.
La lectura de los artículos relacionados con esta temática y de los libros recomendados será, con seguridad, una ayuda apreciable.
Recuerda:
  • No nos precipitemos. Cuando nuestro hijo o hija de más de 12 años presenta formas de conducta diferentes a lo que hemos observado hasta ahora y que a nosotros nos parecen indeseables o inapropiadas, dediquemos algún tiempo a reflexionar sobre ellas e intentemos descubrir los motivos de dicha conducta. Si logramos comprender los motivos de dicha conducta, seguramente encontraremos formas de actuar en el caso que lo juzguemos conveniente.
  • Para descubrir los motivos o causas de la conducta no deseable de nuestro hijo o hija, además de invertir tiempo es recomendable:
– Pedir a nuestro hijo o hija que nos explique las razones que le impulsan a obrar así. No se trata de recriminar su conducta o de explicarle que se comporta mal, se trata, antes que nada, de comprender sus motivos y sus sentimientos. Sólo después de tener una idea clara de ello estaremos en condiciones de intervenir con una mínima garantía de éxito.
– Intentar encontrar en nuestra memoria alguna forma de comportamiento de cuando nosotros teníamos su edad, que tenga alguna relación con la conducta que observamos en nuestro hijo. Si lo conseguimos, seguramente nos será más fácil entender sus sentimientos o razones.
  • Seguramente nos será de gran ayuda, si tenemos un hijo o hija adolescente, leer los artículos recomendados que tratan sobre diferentes aspectos del desarrollo del adolescente.