SOS... meu fillo morde

Autoría: Sara Tarrés
Republicado con autorización de http://www.mamapsicologainfantil.com/

Este artículo va dirigido a dar respuesta a algunas preguntas, que me han llegado a través de diferentes redes sociales, sobre la conducta   de morder y pegar que algunos niños  pequeños han empezado a desarrollar. Mamás y papás preocupados por el comportamiento de sus hijos no me han hecho llegar frases como las siguientes:

¡Socorro! Mi hijo muerde a sus compañeros en la escuela infantil. Ayuda, ya no se qué hacer.
 Últimamente mi hijo me golpea y además a empezado a morder. No sé cómo actuar, he probado muchas cosas, como poner cara de enfadada, reñirle, dejarle solo, apartarme, …  pero no hay manera, sigue y sigue...

Es comprensible que papás y mamás de niños que han empezado a demostrar este tipo de conductas se muestren preocupados e incluso angustiados. A ningún padre nos gusta que nos llamen la atención porque nuestro hijo ha mordido a un compañero en clase o en el parque mientras jugaba con otro niño.
Esta es una situación frecuente y típica en muchos hogares con niños pequeños. Es normal que algunos bebés muerdan y que empiecen a hacerlo coincidiendo con la salida de los dientes. Cuando llegan al año, momento en el que exploran y experimentan más activamente el mundo que les rodea, los manotazos y los mordiscos continúan.
 A pesar de que morder no es algo fuera de lo corriente, es más, es mucho más frecuente de lo a los padres nos gustaría ( se calcula que 1 de cada 10 niño muerde a sus compañeros, amigos o familiares) los padres y educadores debemos hacer un esfuerzo para atajar este comportamiento dañino desde el principio. 

El hábito de morder suele desaparecer con el tiempo, pero sí es cierto que en algunos casos es muy persistente. Puede que dure hasta los 3-4 años. Si es así, y nuestro hijo va a empezar a ir a la escuela infantil, es conveniente que hablemos con su educadora o tutora para que estén al corriente.
  
Como siempre, entender por qué nuestro hijo está teniendo este comportamiento nos ayudará a encontrar el modo de ayudarle a eliminar este tipo de conducta agresiva.
¿Por qué muerden los niños? ¿Qué les impulsa a morder a sus compañeros?
Los niños pueden empezar a morder por diferentes razones o motivos, si identificamos cuál es el de nuestro pequeño nos servirá para ayudarle a encontrar otro modo de expresarse.

Ya en el anterior artículo comentaba que sobre los 12-18 meses los niños están inmersos en su proceso de aprendizaje, y prueban con todo, mordiscos y manotazos incluidos. Estas conductas agresivas forman parte de su aprendizaje y desarrollo. Cuando nos muerden o manotean la cara podemos observar cómo nos miran y esperan una respuesta por nuestra parte. Aquí es dónde debemos pensar cómo vamos a reaccionar, porque de nuestra respuesta depende que estas conductas se instauren o vayan disminuyendo.
Vamos a ver los diferentes tipos de “niños mordedores”.

El mordedor ocasional o experimental. Este es uno de los casos más frecuentes, el bebé que muerde  de modo experimental el pecho de su mamá o el hombro de quien lo carga para saber qué pasa cuando él hace eso. Cuando esto ocurre, los adultos debemos mostrar  señales claras e inmediatas para comunicarle al niño que no se muerde a las personas. “No”, dicho firmemente es una respuesta apropiada. Este tipo de mordedor también puede estar motivado por el dolor de la dentición tal y como expliqué en mi primer artículo. Si es así debemos ofrecerles objetos apropiados para morder y calmarse.

El mordedor frustrado. A esta edad entre los 12-24/36 meses, algunos niños no tienen la suficiente capacidad para manejar su enojo o buscar la atención del adulto. Mi hijo menor, por ejemplo, un día en el que yo tenía una mañana muy ocupa y no podía prestarle toda la atención que él deseaba me mordió en un nalga cansado de oírme decir “un momento, cariño”. La frustración que le generó la situación acabó por despertar su agresividad y el modo de expresarla fue mordiéndome.  Cuando ocurre este tipo de reacción, y aunque probablemente nuestro hijo no tenga la a intención de causar daño, los adultos debemos reaccionar con desaprobación. Debemos explicarles que cuando nos muerden nos hacen daño y que eso nunca se debe hacer, que no está bien.


El mordedor asustado. En otras ocasiones los mordiscos de los niños se producen en situaciones que ellos perciben como amenazantes,. Son una reacción de autodefensa ante el potencial peligro que sienten El peligro puede ser muy diverso, real o imaginario. Los niños pueden sentirse amenazados por situaciones muy variadas, cualquier cambio en sus vidas es una potencial amenaza, como por ejemplo la separación reciente de los padres, la muerte de uno de los abuelos, o cuando la madre comienza a trabajar. Debemos ser muy comprensivos en estos casos, ya que lo que necesitan estos niños es cariño y atención adicional. Recordemos que estas situaciones son muy estresantes para ellos ya que no tienen la capacidad para comprender todo lo que está cambiando en su entorno.

El mordedor por poder. Algunos niños observan la respuesta que obtienen al morder y esta conducta  se refuerza fuertemente. Es decir, se trata de niños que muerden para obtener un beneficio. Si este es el caso de nuestro hijo debemos enseñarle formas alternativas de pedir las cosas, así como reforzar las conductas positivas que le ayudan a socializar correctamente. Prestemos más atención durante los momentos que esté tranquilo, elogiarle mucho cuando pida correctamente las cosas y las comparta. Poco a poco irá aprendiendo nuevas formas de relacionarse. 

¿Qué hacer cuando nuestro hijo muerde?

  • Nunca hay que devolverle el mordisco ya que estaríamos transmitiendo una idea errónea a nuestro hijo: la violencia es una forma adecuada de manejar las emociones.
  • Nunca recompensar la conducta de morder con una sonrisa ni nada parecido.
  • Padres y educadores (cuando los niños vayan a la guardería) debemos trabajar conjuntamente para atajar estas conductas nocivas.
  • Enseñemos a nuestros hijos formas diferentes y apropiadas de expresar su enojo.
  • No le llamemos malo ni frases parecidas, esto a la larga mina su autoestima. No hay niños malos solo conductas inadecuadas que debemos reconducir.
  • Si nos preocupa en exceso este hábito conviene que hablemos con nuestro pediatra quien nos aconsejará sobre cómo actuar.