Mamitis

Republicado con autorización de: http://www.mamapsicologainfantil.com/
Autora: Sara Tarrés
La mamitis aguda, como la solemos denominar, es una fase en la que nuestros hijos se sienten especialmente apegados a sus madres, lloran al separarse de nosotras y nadie más consigue consolarlos.
Con 21 meses, mi hijo no para ni un instante de decir “mami ,mami”. Se pasaría todo el día pegado a mi. Cuando desaparezco de su campo de visión se pone a llorar. Y cuando vuelve a verme se aferra a mis brazos como si tuviera miedo a perderme.

Sí, está pasando por una de las fases de “mamitis aguda.”

Cerca de los dos años los niños pasan por una etapa en la que solo quieren estar con mamá. Nadie más les consuela. Sólo mamá les proporciona la seguridad que necesitan y no quieren a nadie más, ni a papá. Es una fase pasajera aunque agotadora para las mamás que lo sufrimos, debemos afrontarla con paciencia y utilizar algunas estrategias para aumentar la confianza de nuestros pequeños, porqué al final todo pasará.
 Cuando solo quieren estar con mamá, cuando nuestros pequeños atraviesan esta fase de “mamitis aguda”, no creamos o pensemos que están rechazando a papá. Su conducta no es de rechazo, ya que en este momento evolutivo, nuestro hijo todavía no es capaz de ponerse en el lugar del otro. Cuando solo quiere a mamá, cuando solo quiere estar con nosotras, lo único que está haciendo nuestro hijo es una búsqueda de confianza que puede haber perdido por algún motivo como puede ser una enfermedad reciente.
No rechaza a papá, está pasando por una etapa en la que mamá es la única persona que le hace sentir totalmente seguro. Mamá es su figura de apego, desde el mismo instante que nació.

El apego, los lazos afectivos que creamos con nuestros hijos se forman desde su nacimiento (incluso antes). Nuestro bebé aprende que entre nuestros brazos se siente seguro, confortable y querido, que nada le va a pasar mientras esté en brazos de mamá. Y de este modo podemos observar como sobre los los  6-9 meses tienen su primera etapa de mamitis, cuando reaccionan ante los extraños llorando. 

En esta otra fase, alrededor de los dos años, nuestro hijo ha ganado en autonomía, puede desplazarse solo, ha empezado a hablar y a expresar sus gustos y preferencias. Frecuentamos el parque o va a la guardería, donde sin lugar a dudas debe relacionarse con otras personas, niños de su misma edad y personas mayores, sus cuidadoras… y lógicamente se sienten mejor si estamos cerca de ellos. A pesar de que nuestro hijo es más autónomo nos sigue necesitando igual que cuando era un bebé.

¿Qué es lo que puede desencadenar esta fase de “mamitis aguda”?

La “mamitis aguda” como vemos es una fase de inseguridad que atraviesa nuestro hijo, aferrándose a nosotras las mamás porque de este modo todo parece resultarle más fácil. Entre nuestros brazos está cómodo y seguro, siente que nada le puede ocurrir.
Algunos factores como por ejemplo:
·         la llegada de un hermanito,
·         el inicio de la guardería,
·         un resfriado o cualquier enfermedad que haya pasado recientemente,
·         mamá ha empezado a trabajar fuera de casa,
·         pasamos una temporada que debemos dejarlo con más frecuencia al cuidado de los abuelos,
·         un cambio de domicilio,
·        
pueden ser los desencadenantes de la reacciones típicas de la “mamitis aguda”.

¿Cuáles son los síntomas de la “mamitis aguda”?

Cuando nuestro hijo está en plena fase de mamitis aguda podremos saberlo porqué:
·         no deja de llamarnos la atención con sus constantes “mama, mama, mami, mami” …;
·         no quiere a nadie más que a mamá;
·         no quiere que le vista papá, ni la abuela ni nadie y si lo hacen es contra su voluntad;
·         quiere que le demos nosotras el desayuno, la comida, la merienda y la cena;
·         solo quiere jugar con nosotras;
·         llora o nos llama en el momento que desaparecemos de su campo visual;
·         manifiesta celos de su hermano mayor o menor e incluso de papá;
·         no nos deja hacer nada, solo quiere brazos y que estemos por él;
·         se nos agarra en las piernas mientras nos desplazamos por casa;
·        
Estos son algunos de los signos más evidentes de la “mamitis aguda”, fáciles de distinguir. Afortunadamente se trata solo de una simple fase pasajera y con solución.

¿Cómo solucionar la “mamitis aguda”?

A pesar de lo agotador y estresante que es para nosotras, las madres, vivir esta fase la verdad es que está en nuestras manos la solución. Sencillamente aplicaremos el sentido común.
Sabemos ya que la “mamitis aguda” es una pérdida de confianza, por tanto se trata de ayudar a nuestro hijo a recuperar su autonomía y seguridad. ¿Cómo lo hacemos? Jugando.
Podemos empezar jugando con nuestro niño, a lo que sea, con construcciones, con pelotas de colores, puzles o algo que sepamos que le gusta y le entretiene. Una vez iniciado el juego podemos levantarnos y separarnos de él unos centímetros, luego algún metro, sin dejar de hablarle para que note que estamos ahí con él. Y finalmente podemos dejarle solo en la habitación por unos instantes. Luego volveremos a buscarle.
Es importante también que aprenda a estar solo con papá y/o con los abuelos, así que debemos dejarles solos. Primero intentaremos que hagan cosas agradables, como jugar o leer cuentos y tras unos días ya podrán hacer cosas más rutinarias.


Se trata de una fase pasajera, nada que no consigamos remediar con un poco de paciencia, mano izquierda y cariño.